En la guerra ejércitos confrontados toman ciudades, los civiles no. Extraña la convocatoria del Comité de Paro Nacional para realizar una de Bogotá. La protesta social es legítima, las tomas no.
La autodestrucción carece de ideología. Lograr que derecho y fuerza, los cuales parecen antagónicos en muchas oportunidades, dejen de serlo es labor prioritaria. El primero corresponde transitarlo con lealtad y buena fe. Debemos desbloquearnos mentalmente. Mezclar delincuencia con protesta es reaccionario.
Sin ánimo polémico reconozco el derecho de movilizarse a raíz de la inoportuna presentación del inequitativo proyecto de ley de reforma fiscal. Que cuarenta y tres organizaciones hubiesen asumido liderazgo tiene importancia y buscar solución a problemas urgentes posee lógica. Pero elevar un pliego de peticiones por más de sesenta billones de pesos es ilusorio, con la simultánea invitación al suicidio colectivo y el hundimiento social.
Discutir desordenadamente sobre lo divino y lo humano es pérdida de tiempo y si los precandidatos presidenciales quieren la realización de las próximas elecciones convendría que coincidieran en las bases de las mismas para que se celebren ordenadamente y en paz.
Que yo sepa el Comité reconoce la vigencia de la Constitución y varios de sus miembros se han pronunciado contra el enfrentamiento de jóvenes adscritos a las fuerzas armadas y nuevas generaciones protestatarias. Dirigentes de la oposición se pronuncian en igual sentido. No obstante, lo accidental equivocadamente se convierte en esencial y objetivos justos mal encauzados perjudican a los sectores de menores ingresos.
A quienes construyeron la Torre de Babel, esta que jamás pudo terminarse, les cayó encima. Debilitar las instituciones significa desconocer cultura y civilización, rodar por un precipicio con los puños cerrados; enfrascados en la búsqueda de un acuerdo preliminar para constituir una mesa de diálogo prolonga la zozobra.
Soy consciente de que dirigentes de la movilización nada tienen que ver con destrucción del patrimonio público y privado, bloqueos, barricadas, incendios y muertos. Sin embargo, me agradaría un pronunciamiento enfático en oposición a estos desmanes y eximirse de la responsabilidad de dolorosos acontecimientos, que son pesado lastre hacia el futuro y muestran tristemente la condición de determinados seres humanos.
Dudo si los miembros del Comité de Paro entienden lo anterior, pero lo manifiesto en uso de la libertad de expresión. Ojalá que estos comentarios sean de alguna utilidad. Los civiles no hacen tomas y espero que los militares tampoco incurran en ellas. El Gobierno no puede aceptar discusión alguna en referencia a este punto vinculado estrechamente con el detrimento comunitario.
Una dictadura sería lamentable para Colombia y todos los partidarios de la institucionalidad lo afirmamos enfáticamente. El vandalismo merece repudio general, agrandar el anarquismo causa temor y desilusión. La violencia es el miedo a los ideales de los demás, crea más problemas, con el agravante, según Mahatma Gandhi, de que aquello que se obtiene con violencia solamente se puede mantener con violencia.