LUIS ALFONSO HOYOS ARISTIZÁ BAL | El Nuevo Siglo
Viernes, 28 de Marzo de 2014

Colombia y Venezuela

 

Lo bueno o lo malo que sucede en nuestra hermana nación de Venezuela tiene efectos profundos en Colombia.

 La vecindad geográfica, la prolongada frontera, los lazos familiares, la historia en común, el comercio, todo ello y mucho más hace que nuestros destinos estén profundamente interrelacionados.

 Setenta y cinco millones de personas en estos dos países constituyen un inmenso conglomerado humano. Si se aprovechan las potencialidades de cada uno y su poderosa complementariedad, tendremos la posibilidad de ser factor decisivo de progreso en el Caribe y Latinoamérica. Venezuela y Colombia actuando coordinada e inteligentemente pueden, no solo mejorar sostenidamente la calidad de vida de sus nacionales sino, además, ser motor de desarrollo regional y soporte que fortalezca y consolide la democracia.

 Dolorosamente, la tragedia crece cada día en Venezuela: los restos de institucionalidad se derrumban estrepitosamente, las arbitrariedades del régimen Maduro-Cabello se multiplican cada hora, el atropello a las libertades y a la dignidad humana es el pan de cada día.

La obligación moral de cualquier gobierno demócrata y de toda persona que respete a las demás tiene que ser el rechazo sin ambigüedades a las conductas dictatoriales e indignas del gobierno Cabello-Maduro.

 Los hechos son evidentes y desgarradores: el presidente Juan Manuel Santos decidió taparse los ojos ante la destrucción de la institucionalidad en Venezuela, se muere de miedo ante los gritos y bufonadas de Maduro, olvida la suerte de nuestros compatriotas en el vecindario y no se atreve a preguntar por los asesinatos de nuestros compatriotas.  Qué mal ejemplo, qué cobardía. Silencioso y arrodillado ante un régimen antidemocrático y ante los secuestradores de colombianos que siguen albergados al otro lado de la frontera pero arrogante ante los campesinos sufridos que pacíficamente reclaman atención a este lado de esa frontera. Miedo ante la delincuencia, soberbia frente a los humildes.

La esperanza mayor radica en la mayoría del pueblo venezolano que, arriesgando su vida, levanta su voz, y reclama ante los crecientes atropellos. Qué ejemplo de dignidad el que estamos recibiendo de quienes no renuncian a luchar por lo que realmente vale.

¿ Dejaremos solos a los valientes venezolanos? Seguiría el derrumbamiento de Colombia.

 No hay alternativa: nuestra supervivencia depende de la recuperación democrática de Venezuela. El que quiera entender que entienda.

 Twitter: @lhoyosa