LUIS CARLOS PEÑA MOSQUERA | El Nuevo Siglo
Jueves, 3 de Noviembre de 2011

Políticos sin cacumen

 

EN  épocas electorales  encontramos personajes torpes y faltos de cacumen, como afirmaba Don Quijote de la Mancha, que expresan conceptos  equívocos para designar algún fenómeno de la realidad, conceptos que se diluyen en su capacidad explicativa.
Pretendiendo demostrar una cultura política, hablan y hablan sin ningún argumento lógico-dialéctico, que sustente sus posibles gobiernos imaginarios. Abarcan las dimensiones subjetivas de los fenómenos sociales y políticos, desconociendo las costumbres y temperamentos, de una conciencia colectiva.
Estos politiqueros faltos de cacumen, ignoran que sus propuestas son analizadas por individuos inteligentes, libres e iguales ante la ley, pues la voluntad popular es la fuente primera y última del poder.
La característica de estos demagogos es su egoísmo, sólo buscan satisfacer sus propios intereses.
Encontramos candidatos que en su ejercicio legislativo, justificaban el derribamiento de las rejas en los parques, porque éstos debían ser totalmente públicos. En su reciente campaña demagógica proponían fortalecer el cerramiento de ellos, para garantizar la seguridad, para que los niños no sean raptados, y para que tampoco se den las violaciones, ni tráfico de drogas. ¡Qué paradoja¡ Hasta ahora se dan cuenta de que no pueden existir puertas abiertas para la delincuencia.
Otros, por ejemplo, en el programa Veredicto, que dirige el insigne periodista Néstor Morales, afirmaban que la cultura política, sólo la poseían los adultos mayores, ignorando que nuestros abuelos se enfrentaban por  un color rojo o un color azul. ¿Seria eso cultura política?
Esto demuestra que las falacias de los demagogos, no superan un análisis de las circunstancias sociales, pues sus argumentos resultan inválidos ante la opinión nacional.
Así, la responsabilidad para el surgimiento de una nueva Colombia, sin demagogos, estará en nuestras manos. La participación en los debates electorales es la garantía para que los cambios que se requieren se den. En las urnas los ciudadanos siempre han tenido el mecanismo efectivo y decisorio de los destinos del país. El voto es instrumento clave si se quieren verdaderas transformaciones sociales y de progreso. Por eso hay que usarlo. Si no se  vota, después no hay argumento para quejarse. Es la ventaja que ofrece el sistema representativo donde la voluntad popular se puede expresar de manera libre y autónoma. Y ese derecho soberano que también es un privilegio -recuérdese que aún hay países donde se coarta la libertad- se debe aprovechar.