MARÍA ANDREA NIETO ROMERO | El Nuevo Siglo
Lunes, 30 de Julio de 2012

Inocular miedo

 

Qué  distinto sería el papel y la percepción de la opinión pública si Álvaro Uribe en lugar de hacer la guerra como twittero, la librara del lado de los colombianos como alto asesor de seguridad del actual gobierno. Un consejero que con toda la experiencia y hasta gusto por la guerra podría coadyuvar para que las estrategias militares fueran más efectivas. Porque hay que reconocer con tristeza que no es sólo cuestión de percepción sino de realidad. Los boleteos, las vacunas y las extorsiones han ido retornando a zonas rurales que anteriormente habían sido libradas de este yugo.

Pero al expresidente le encanta inocularle miedo al país. Es como el verdugo que asiste con alegría a la ejecución del condenado. Desde la tarima que le pongan, Álvaro Uribe chantajea emocionalmente al país y lo peor es que gana en su propósito, porque es él sin lugar a dudas, quien marca la pauta del tema de opinión semana tras semana. En la anterior fue el embeleco de una constituyente que logró desestabilizar al país político que puso el grito en el cielo, mientras que el otro, el país de a pie, el de verdad, poco o nada se dio por enterado del enredo Velez - Garzón - Santos - Uribe.

Decía entonces que es el expresidente quien decide los temas de los que se habla día tras día. Desde su trinchera incendiaria provoca a funcionarios, columnistas, periodistas y hasta al mismísimo presidente Santos y al final los pone a hablar de lo que él piensa o mejor, trina. Lo más paradójico de todo es que las opiniones del expresidente Uribe cambian con la rapidez de los trinos que emite y el sector político está tan pendiente de lo que dice y de lo que calla, que le hace el juego sin importar que eso conlleve a innecesarios debates y acaloradas discusiones.

Mientras el país político se desvela con estas controversias, el país de a pie, está pendiente de las soluciones a sus problemas cotidianos. Por ejemplo, el tema del agua en Bogotá, ¿se puede tomar o no? El del agua en Cali, ¿hay para tomar o no? El fenómeno del Niño que se nos vino encima y sin planes de contingencia y un largo etcétera que perdemos de vista reflexionando acerca de un montón de trivialidades que en nada cambian la vida diaria de los/as colombianos/as pero que, por el contrario, si nos mortifican.