MARÍA CLARA OSPINA | El Nuevo Siglo
Miércoles, 10 de Octubre de 2012

Negociaciones de paz, un campo minado

 

Las negociaciones de Paz entre el Gobierno colombiano y las Farc, que están por comenzar en Oslo, son un verdadero campo minado sobre el cual los negociadores del Gobierno deben andar con mucha atención y cuidado para que no les exploten en la cara y los dejen desmembrados.

Para mí lo peor es que las Farc no son confiables y su récord de mentiras es largo y constante. Su camuflaje como ovejas cuando realmente son lobos es increíble. En sus últimos comunicados pretenden ser ellos los artífices de una distribución de tierras equitativa, olvidado cuántos miles de campesinos fueron y continúan siendo desalojados de sus predios por ellos mismos.

Uno de los propósitos de las Farc es aprovechar la atención mundial, que tendrán durante estas negociaciones, para aparecer como luchadores sociales,“Robín Hoods” locales, los protectores del pueblo que nunca fueron. Las Farc pretenderán aparecer ante el mudo, no como los narcotraficantes que son, sino como héroes justicieros, victimas de gobiernos elitistas.

Ojo señores y señoras negociadoras, los representantes de las Farc son expertos en mentir y fingir.

Nadie debe olvidar que durante las décadas del conflicto colombiano, han muerto millones, cuya cifras exactas jamás lleguemos a conocer, y que los causantes principales de este horror han sido las Farc.

El mundo debe guardar en su memoria de “Crímenes Contra la Humanidad” los cometidos por estos terroristas contra la población civil: los cilindros de gas, las torturas, la utilización de niños y niñas en sus filas, el apropiamiento de las tierras de los mismos campesinos que ahora dicen haber querido proteger, los secuestros, el daño ecológico ocurrido por sus ataques, los crímenes sexuales contra las mujeres de sus propias filas o indefensas campesinas.

Que nadie olvide cuantos de los desplazados que deambulan por Colombia, con la memoria de sus muertos a cuestas, son causa directa de las acciones de estos asesinos.

Ojala el deseo de un Premio Nóbel de la Paz no ciegue a Santos y a sus negociadores y terminemos perdonando crímenes imperdonables, a narcotraficantes puros que se hacen pasar como redentores del pueblo.

Claro que hay que buscar la paz. Claro que tarde o temprano habrá que negociar con estos asesinos; si lo hicimos con los de M-19, y hay que ver hoy cómo están, ¡parecen pavos reales! ¿Por qué no hacerlo con las Farc?

Pero, ojo señores y señoras, con las minas quiebrapatas escondidas en estas negociaciones. Acuérdense que las Farc son expertas en colocar estos artefactos. ¡Cuántos no han muerto o quedado inválidos por ellas! Ojalá el proceso de paz no sea una de sus victimas.

Los colombianos de buena voluntad estaremos observando cada movida, analizando cada frase, sopesando cada conclusión.

Naturalmente que nos tendremos que tragar algunos sapos pero ojalá las Farc no salgan con la impunidad que desean o con las medallas internacionales que buscan.

Seguramente la paz tendrá un precio muy alto, ojalá venga también cargada de verdad y honor.