Mario González Vargas | El Nuevo Siglo
Lunes, 30 de Noviembre de 2015

Propuestas de las Farc (VII)

“Asusta silencio sobre entrega de armas”

 

Las tres últimas propuestas tienen que ver con “las garantías de seguridad para la población en general y para el movimiento político en el que se transformen las Farc”, “el cese bilateral de fuegos y de hostilidades” y con “la dejación de armas, entendida como su no utilización en política”...

 

La mejor garantía de seguridad para la población en general es, sin duda, el desmantelamiento de la organización delictiva de las Farc y su reinserción a la vida nacional, con acatamiento del ordenamiento jurídico colombiano. Y las garantías para el movimiento político que en el futuro forme la organización subversiva harán parte del acuerdo final, y cobrarán vigencia después de la refrendación del mismo, del cese del fuego y de hostilidades y de la entrega de las armas.

 

El cese del fuego y de hostilidades, previo a la firma del acuerdo final, debe  adelantarse con estricto monitoreo y verificación que no sean lesivos de la soberanía nacional. Nadie entiende la ligereza con la que el presidente Santos pretende acudir al Consejo de Seguridad de la ONU para que bajo su égida se cumpla este compromiso y el proceso de desarme, sometiendo a las instituciones nacionales a una subordinación humillante y abriendo la puerta a la presencia de tropas extranjeras en el territorio nacional y a la injerencia de las grandes potencias en la solución de nuestros diferendos.  Un sapo semejante no es digerible y constituye un despropósito que afectará profunda y negativamente la autonomía e independencia de nuestra nación en el escenario internacional. Otra cosa sería solicitar a los Secretarios Generales de la ONU y de la OEA que, con aprobación de sus Asambleas Generales, conformen misiones no militares que verifiquen el silencio de los fusiles y el fin de las hostilidades, así como la consiguiente entrega de las armas.

 

Sostener la tesis de la dejación de las armas, entendida como su no utilización en política, no solamente equivale a mantener viva la llama de la confrontación armada, sino que subsidiariamente abre la puerta para condicionar la entrega del arsenal guerrillero al desarme simultáneo de la Fuerza Pública. Asusta el silencio del gobierno sobre un tema varias veces sugerido por la contraparte. No puede hacer parte de la agenda de concesiones y apaciguamiento a la que nos tiene acostumbrado el gobierno. Ni con el más amañado plebiscito se logrará la aprobación de semejante esperpento.