MAURICIO BOTERO MONTOYA | El Nuevo Siglo
Lunes, 7 de Octubre de 2013

Del nepotismo

 

En  la lista al Senado del expresidente Uribe este respeta la cuota de la familia de Pablo Escobar. Los demás encaravanados así hayan sido honorables en su vida privada quedan subsumidos en ese atolladero. Injusto o no, es así. Los penalistas alegarán que la responsabilidad penal es personal. Pero en la vida la norma penal está bastante más abajo que el rasero moral aceptable para motivar el altruismo político. Por lo que hoy se sabe del expresidente, parece que la escogencia del consiglieri es coherente y no desentona.

La otra característica de esa lista es la no representación de minorías étnicas o sexuales.

La ausencia de sectores sindicales, juveniles, campesinos. Abundan también los parientes de notables de provincia. De familias de caciques tradicionales de regiones como la Costa. Y la notoria inexistencia de personas allegadas a la cultura. Comparte con el Partido de La U, con Cambio Radical (así se llama) con el Partido Liberal y otros su arraigada proclividad al nepotismo. Es un modus vivendi. Basta pensar en los hermanos Galán que omiten enarbolar la bandera antinepótica del padre. El hijo del expresidente Gaviria que sin mayor esfuerzo ha ganado el puesto de ser el más inepto de los delfines en la fértil fauna colombiana. Y se podrían enumerar otros hijos de expresidentes, de excandidatos presidenciales, de exalcaldes de Bogotá. Ante el nepotismo siempre surge el beneficiado que se considera una excepción a la regla. Como si no hubiese otra forma de ganarse la  vida distinta a la del progenitor. Cuando El Nuevo Siglo le preguntó a uno de los beneficiados del nepotismo en el Valle dijo: “Eso es apenas natural y no es extraño”. Y señaló el caso de la familia Guerra en Sucre. La república señorial, la endogamia principesca, no es normal. Es una enfermedad degenerativa más grave en Colombia que en países tribales africanos o asiáticos. Y llevará a pasos contados a la izquierda al poder. Incluso políticos que han hecho su carrera a pulso se sienten inseguros ante esa endogamia principesca y se apresuran a nombrar al pariente del señor pudiente para que le perdonen el haber llegado por sus propios méritos. No es fácil curarse de eso cuando gobierna un Santos, una de las dinastías del país entroncados en las comunicaciones. Y ahora copan hasta la oposición ultraderechista en cabeza de Pachito. Quien dice no haber escogido su familiaridad con el actual Presidente sino, pensamos en voz alta, su afinidad con Obdulio el consiglieri.

El nepotismo es la negación de la meritocracia. Tapona los canales democráticos. Aliena a los más capaces, los polariza contra el Estado, los empuja a buscar cambios radicales distintos desde luego al Cambio Radical que encabeza lista con otro más de la ultra-nepótica familia Galán.

Pero la imposición del consiglieri en la lista de Uribe que repugna al sector honesto es una imposición personal del caudillo. Y no admite réplica por cuanto los cobijados en ella, con todos sus méritos o deméritos quizá no serían capaces de salir por sí mismos. La lista pues es de Uribe. Así como el clima ético que la acompaña. Con su nepotismo  turbio para con la familia de Pablo Escobar.