Mauricio Botero Montoya | El Nuevo Siglo
Domingo, 22 de Mayo de 2016
El consumidor mundial de drogas
 
Como nadie lo ignora  Estados Unidos con menos del cinco por ciento de la población del globo consume la mitad de la producción de los estupefacientes del planeta. Esto no sería tan grave si ellos controlarán sus ansias de consumo. Pero han puesto el énfasis en culpar a los demás. Como resultado, Colombia y ahora México pagan con sangre esa afición escapista. Los noticieros norteamericanos omiten minuciosamente la responsabilidad de ese gran consumidor que lidera el mercado. Solo se menciona el hecho sangriento como si se tratara de un fenómeno foráneo a la cultura estadunidense y causado por criminales extraterrestres para ellos. Ese comodín de la estructura ausente se replica en nuestros países y los noticieros olvidan mencionar quien da las armas, el dinero y el negocio a los traficantes. El gobierno Bush puso como prioridad extirpar  el tráfico. Y el consumo ha aumentado desde entonces en el norte, así como el número de suicidios que ahora ocupa la décima casilla en causales de muerte en ese país.
 
En los sesenta fumigaban la marihuana con tóxicos en las selvas colombianas, para la indignación de esa generación. Ahora ellos la exportan como elemento medicinal. El grave daño causado a los campesinos no ha sido retribuido en forma alguna. Aun repiten que el glifosato contra las plantas de coca no contamina. Y siguen presionando a México y a Colombia para extirpar la producción sin  disminuir su  obsesivo consumo. La mata de coca es en sí buena. Para sacarle lo nocivo adictivo los estadunidenses le agregan cien elementos químicos la mayoría de los cuales los producen allá.
 
El presidente alemán, en la primera presidencia de Juan Manuel Santos, le advirtió que existían estudios muy serios sobre la contaminación que producía bombardear con glifosato. Pero él los desestimo. Ahora ha recapacitado, cuando existen varias películas mostrando el efecto que causa en las personas, los animales y en las plantas. Las películas son conmovedoras, pero los norteños no ven esas cintas alienígenas a no ser las de Star Wars. La primera guerra  puritana contra la prohibición del alcohol, impulsada por una asociación de mujeres protestantes y protestadoras,  la sufrieron ellos internamente. Los gangsters no amainaron hasta que fue abolida esa ley. Ahora Estados Unidos nos ha exportado el gangsterismo y la violencia, primero prohibiendo el consumo de marihuana que es menos nocivo que el alcohol, y luego con el fin de la guerra en Vietnam creando en las Américas un mercado interno. Cuya capital es Washington.