En ocasiones olvidamos que países muy exitosos son resultado de políticas migratorias muy generosas que, con el tiempo, han venido siendo limitadas, por razones obvias. Estados Unidos, Canadá son ejemplos emblemáticos. Y en América Latina: Argentina, Chile, Uruguay, Brasil.
Colombia, históricamente, ha sido muy hostil o indiferente frente a las corrientes migratorias. Casi que podríamos recitar los nombres de las familias extranjeras, alemanas, suizas, italianas, etc. Lo propio podría decirse con respecto a la comunidad judía. La proliferación del secuestro hizo que esas pequeñas olas migratorias se detuvieran o que muchos se fueran del país. Nos hemos beneficiado, en gran medida, pero de muy pocos migrantes, por ejemplo, en la vida académica. Venezuela fue un país muchísimo más abierto que Colombia.
De la noche a la mañana la grave situación venezolana nos trajo un número impensable de migrantes, algunos citan la cifra de tres millones. Quizás la migración más significativa y permanente ha sido la de los sirio-libaneses, particularmente en la Costa Caribe. Muy exitosa. Diría que cambiaron la manera de hacer política, no precisamente en el mejor sentido. Han contribuido a desarrollar industria y no han sido ajenos a las labores agrícolas.
Al mismo tiempo, hemos sido un país que ha generado olas migratorias muy significativas, por ejemplo, hacia Venezuela antes de que se instaurara el régimen chavista. Se trataba de un país rico frente a Colombia. Millones de colombianos llegaron allá. Quizás la migración más sofisticada salió hacia Estados Unidos, huyendo del secuestro, la violencia y el desempleo profesional. El número de médicos colombianos que desempeñan altas posiciones en hospitales y universidades no ha merecido un análisis cuidadoso y no se toma en cuenta para el mejoramiento de la prestación del servicio médico entre nosotros. Entiendo que la clínica Luis Carlos Sarmiento ha hecho un esfuerzo meritorio en ese sentido y seguramente otras de alto nivel, como la Cardio Infantil o la del Valle de Lili, en Cali. Me ha sorprendido mucho el éxito de abogados colombianos que han sido contratados por bufetes, firmas y universidades en los Estados Unidos.
Cuando se examina el éxito o fracaso de algunas olas migratorias latinoamericanas es de rigor mencionar el éxito de los cubanos en Estados Unidos, en todos los campos, incluyendo el político, y, claro está, el académico. Lo primero que exportó Fidel Castro fue la élite intelectual y empresarial cubana. Hablaban inglés, tenían contactos en Estados Unidos, conocían el medio. Al respecto hay estudios muy reveladores. Más que una carga fueron gran contribución.
Años después llegarían muchas ondas de “Marielitos” que iban en busca de supervivencia pero que también han hecho importante contribución en sectores que los necesitaban. No sé qué ha ocurrido con la migración venezolana de alto nivel. El Programa de Becas Ayacucho formó miles de profesionales en las mejores universidades. Supongo que el régimen chavista despreció todo ese talento. Y Colombia no creo que lo haya aprovechado suficientemente; espero no equivocarme a este respecto.
Los migrantes colombianos son hoy una fuente vital de ingreso. Constituyen, preferiría no hablar así, uno de los principales productos de exportación. Contribuyen con diez mil millones de dólares al año. Varias reformas tributarias. Y al buen manejo de estas remesas contribuyó desde sus inicios, Manuel Orozco, un funcionario del Diálogo Interamericano, quién como nadie conoce el tema en todas sus dimensiones. Gracias a él ya no es tan costoso, como lo fue, el envío de estas remesas. Miles de familias colombianas dependen de estos giros.