Monseñor Froilán Casas Ortiz* | El Nuevo Siglo
Domingo, 12 de Julio de 2015

EL RELATIVISMO

Una cultura desteñida

 

VA  entrando en forma acelerada en el imaginario social la cultura posmoderna, es la cultura de lo fácil, del mero sentimiento y del "sentirse bien". Por ello las "nuevas religiones" que ofrecen lúdica y coreografía pegan. Se va perdiendo lentamente la capacidad crítica y resulta el prosélito a merced de la dictadura del líder espiritual. El relativismo ha invadido todas las esferas. La gente va donde se "sienta bien". A nivel político se cae en lo que se ha denominado -con acierto a mi juicio-, mermelada. Las ideas, los principios, no cuentan; cuentan los intereses y las "necesidades creadas" del momento. Da lo mismo ser blanco, negro o amarillo; con tal de "sentirme bien", todo es aceptable. El criterio se va al piso. La cultura "light" o cultura del bienestar prima sobre cualquier principio. La persona, como los lagartos, se mimetiza en el medio en que está y así se acomoda a todos los escalafones. Aquí viene la moral relativista y, en la política, cualquier camiseta es buena con tal de "sentirme bien". Como quien dice: me hago al sol que más caliente. Las alternativas de poder se acaban; sólo existen las alternativas de oportunidades.

La moral pública está por los pies. Cuando se trata de elegir, se busca al que "hace obras", no importa que robe. Se dice en el imaginario cultural: -bueno, fulano o mengano roba, pero hace obras. De modo que la comparación no se da entre ser ladrón o ser honrado; la relación es ser medio honrado y medio ladrón.

Total, se acepta a la persona así. Se habla, igualmente: roba, pero no roba tanto. ¡Qué cinismo! El libro Santo nos dice: "El que es fiel en lo poco, lo es en lo mucho; el que es infiel en lo poco, lo es en lo mucho". En otra parte el libro Sagrado para nosotros los cristianos nos habla de la tibieza, enfermedad moral detestable: "Porque ni eres frío ni caliente, estoy para vomitarte de mi boca". De modo que dejémonos de "pendejadas" o, se es o, no se es. Seamos claros. Eso no significa que uno sea fanático. Fanático es el que impone sus ideas con rabia y violencia. Ni más faltaba tal actitud. La firmeza y claridad no significan imposición, significan trasparencia, claridad. Los híbridos no son fecundos. Necesitamos gente definida y a la par, respetuosa de las diferencias. Una persona que cambia como cambia el tiempo atmosférico, no es de fiar. Hoy traiciona a uno, mañana lo traicionará a usted. En política necesitamos partidos definidos y propositivos, abiertos al cambio y con la respuesta pronta y oportuna a las exigencias del momento. La fosilización de los partidos ha permitido la atomización y la falta de identidad de los movimientos emergentes. Nadie es imprescindible, permita que se oxigenen los partidos. Los partidos son indispensables para que sea operativa una verdadera democracia.
Los cristianos respetamos a quienes no creen como nosotros, pero a su vez, exigimos que respeten nuestras creencias. El ser tan desteñidos ha permitido que nos ignoren o pisoteen en algunos casos. El derecho que tienen los demás a no creer; exige a su vez, el derecho que tenemos los creyentes a creer y a expresar públicamente nuestra fe.

*Obispo de Neiva