MONSEÑOR LIBARDO RAMÍREZ | El Nuevo Siglo
Domingo, 6 de Octubre de 2013

OPORTUNAS PRECISIONES

Del Papa Francisco (II)

Providencial,  la elección de cada uno de los Papas, quienes, desde sus personales dotes, estilo de vivir y hablar, van dando su propia modalidad a la entrega del mensaje de Jesús, a quien representan en distintos momentos de la historia. Da, cada uno, énfasis a éste o aquel aspecto que debe tener ese compartir con los humanos los tesoros mismos del ser y de la bondad del mismo Dios.

Hierática y arrobadora la expresión del egregio Pio XII; bondadosa e inmersa en su contorno la figura de Juan XXIII; sobrio,  magistral y elegante el estilo de Paulo VI; entusiastas, populares y enérgicas las posturas de Juan Pablo II; profundas, piadosas, humildes,  las expresiones de Benedicto XVI; sencillo, descomplicado, espontáneo, el diálogo con el Papa argentino, Francisco. Este Papa  como lo venimos comentando desde entrega anterior (29-09-13), tuvo coloquio con el periodista jesuita Director de Civiltá Cattolica.

     El estilo coloquial de esa entrevista, en los corredores del albergue sacerdotal en donde reside, no le quita nada a la profundidad de sus respuestas, ni demerita en nada el gran aporte  de sus antecesores en el Pontificado. Amplia fue la conversación, en donde dio muy oportunas y necesarias precisiones que reclaman puntualización ante intencionadas tergiversaciones de interesados en mostrar una Iglesia claudicante de sus graníticos principios.

La presentación que hace de sí mismo el Papa, sencilla y humilde, sigue impactando: ciertamente: “Soy un pecador en quien el Señor ha puesto los ojos… Soy alguien que ha sido mirado por el Señor”. Evoca, claramente, lo dicho ante el propio Jesús por el primero de los Papas, S. Pedro, al palpar su divinidad; “¡Apártate de mí, Señor, que soy un hombre pecador!” (Lc. 5,8). Es sobre esos hombros débiles, de quienes en pequeño o en grande han negado al Señor, sobre quienes deposita Él su cruz, para llevarla adelante, entre dificultades e incomprensiones, y, tras triple confesión de lealtad, a ellos repite Jesús: “Apacienta mis ovejas”(Jn. 21,17).      

Es de destacarcuatro pilaresde la personalidad del Papa, que en distintos momentos pone de relieve, sin ostentación, y que explican sus actitudes. Primero, la oración, algo dicho al final de la entrevista, en donde refleja lo que alienta su fortaleza e ilumina su mente, consciente de cuanto expresó Jesús: “Sin Mí nada podéis hacer” (Jn. 15,5). Segundo, el ambiente de “tensión”, algo que aprendió en la espiritualidad ignaciana, que significa dinamismo, búsqueda intensa de cumplir al amor de Dios y a los humanos, riesgo de afrontar los problemas, sin pensar en el “qué dirían”. Tercero, “comunidad”, que es el “hábitat” del cristianismo, pedido por Jesús como condición de vivencia de su mensaje, para que se haga una predicación convincente (Jn. 17,21). Cuarto, el “discernimiento”, algo también aprendido de S. Ignacio, instrumento de lucha para conocer mejor al Señor y seguirlo de cerca, dando como síntesis: “concentrarse en lo pequeño, pero no tener límite para lo grande”.

Las anteriores bases están puestas por el Papa Francisco para su gran tarea a realizar, piedras angulares que dan seguridad a quien con Saulo de Tarso no trata de conquistar seguidores con oropeles de  doctrinas recibidas de “sabiduría humana”, sino con un mensaje recibido del “Espíritu de Dios” (I Cor, 2,13). Los “aires nuevos” y “ligeras brisas” que vienen del Vaticano, con el nuevo Papa, no son la acogida de crímenes como el aborto o la exaltación de deformidades como la homosexualidad, como ilusionada ha celebrado la pregonera de esos equivocados caminos, escritora Florence Thomas (El Tiempo 24-09-13).  Se trata de amable trato, aun a los que estén equivocados, con respeto a sus opciones, pero sin dejar de decirles el pensamiento cristiano, y proponérselo como experimentado y válido camino de vida digna y realizante. (Continuará).

monlibardoramirez@hotmail.com