MONSEÑOR LIBARDO RAMÍREZ GÓMEZ* | El Nuevo Siglo
Domingo, 2 de Febrero de 2014

A vivir la alegría del Evangelio  (V)

“Los jóvenes deben ser callejeros de la fe”

Continuando  la tarea de espigar en la Exhortación La Alegría del Evangelio del Papa Francisco, nos encontramos con 59 numerales, en el Capítulo II. En los 24 primeros hemos encontrado ya claros y firmes pronunciamientos en torno al manejo de la economía para explicitar propuestas presentadas en el Sínodo de Obispos del 2012. Su conocimiento llevará a alegría solo si se los vive de verdad, en particular en lo comunitario, en las distintas realidades del vivir humano.

Entra, de lleno, el Papa, en esos numerales, a relacionar el mundo económico con exigencias de la ética que lo cuestiona,  lo cual no es enseñanza injusta, ni intromisión en temas vedados a la iluminación religiosa, ni violación de la libertad del individuo. (n.64). Pasa,  a afirmar cómo está llamada la Iglesia a avanzar con pie firme, como institución digna de crédito, en la presentación de su pensamiento sobre la familia “célula base de la sociedad”.  Hace firme reclamo sobre el respecto del matrimonio que “no es una mera forma de gratificación afectiva” sino de grande seriedad reclamado como una “sociedad estable que no puede modificarse por simple sensibilidad” (n.66). Decidida contribución para el bien de la humanidad da la convivencia en la alegría del Evangelio en pequeñas  comunidades, ejemplo de amor y solidaridad que se da en la Iglesia (n.67).

Destaca, el Papa, con satisfacción, el valioso “sustrato cristiano que permanece en tantas naciones, en medio de desbandada de muchos, y esto sigue siendo “semilla del verbo” en los diversos ambientes,  base de “culturas evangelizadoras con grandes valores de la fe y solidaridad”  (n. 68). Da, también, un espaldarazo a la vivencia sencilla de la piedad popular, poniendo en guarda de un “cristianismo de devociones”,  enrutado solo a conseguir favor y no a la práctica fiel de las virtudes. Pone en guardia de “revelaciones privadas” sin serio fundamento, que sustituyen una transmisión vivencial de la fe de padres a hijos (n.70).

Insiste el Papa a construir, con bases cristianas, la nueva Jerusalén a la que alude el Apocalipsis ((21-2,4), con destino a que, con su gran contenido de bondad, en ella peregrine toda la humanidad” (n.71). Bajo la presencia de Dios, los grupos  humanos están llamados a darse apoyo desde diferentes estilos y nuevas culturas.  Destaca cómo la proclamación del Evangelio  ha de convertirse en base para restaurar la dignidad de la vida humana, dándole sentido completo y unitario (nn. 71-75). De esa manera “el aporte de la Iglesia al mundo actual es enorme”,   y  los lamentables pecados de algunos miembros de ella no deben hacer olvidar cuantos cristianos dan la vida por amor en forma sacrificada de vida en favor de los pobres y dolientes (n. 76).

Con base en todo lo anterior de la Exhortación, ofrece, el Papa, otros 24 numerales (78-102), encabezados con sus frases que son como consignas de clara percepción. Exclama: “Sí al desafió de una espiritualidad misionera” (sin apegos a seguridades económicas); “No al asedio egoísta” (no actividades mal vividas sin motivaciones adecuadas); “No al pesimismo estéril” (no quejarse ni con cara de vinagre); (Si  a las relaciones nuevas que genera Jesucristo, responder adecuadamente a la sed de Dios de mucha gente); “No a la mundanidad espiritual” (no aparentar amor a la Iglesia en busca de bienestar personal ni celebraciones ostentosas o fascinación por conquistar sociedad y política); “No a la guerra entre nosotros” (no distanciamientos entre grupos, sino testimonio permanente de “comunión fraterna”). 

Concluye, el Papa, este Capítulo II, señalado formidables fuerzas que ha de tener la Iglesia en sus laicos  con sentido de compromiso y de comunidad, en las mujeres con espacios más amplios de su presencia en funciones eclesiales, en los jóvenes, con “fervor apostólico contagioso”: “callejeros de la fe”. (Continuará).

*Presidente del Tribunal Ecco Nal.

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