MONSEÑOR LIBARDO RAMÍREZ GÓMEZ* | El Nuevo Siglo
Domingo, 16 de Marzo de 2014

‘A vivir la Alegría del Evangelio’ (X)

 

En  el capítulo V último de la exhortación ‘La Alegría del Evangelio’, de la cual con sostenido entusiasmo hemos venido destacando importantes aspectos tratados allí por el Papa Francisco, nos da el perfil de “Evangelizadores con Espíritu”. Indica cómo deben ser para que consigan llevar al mundo de hoy, con gozo, la entrega de tan salvífico mensaje. Se requiere que  sean “evangelizadores que se abran sin temor a la fuerza del Espíritu Santo”, que salgan de sí mismos como los apóstoles en Pentecostés, anunciadores de las grandezas de Dios. Ese anuncio  ha de ser “con audacia (parresía)”, apoyados en la oración, sin la cual toda acción corre el riesgo de quedar vacío y “el anuncio, finalmente, carece de alma”. (n. 259).

Es indispensable una evangelización que tenga espíritu, es decir no un conjunto de tareas vivida como un obligación pesada que se tolera. Que sea “fervorosa, alegre, generosa, audaz”. Se aplica el “ora y trabaja”, propuesta mística pero con fuerte compromiso social y misionero, “espiritualidad que transforme el corazón”, alimentada en diálogo sincero con el Señor, sin el cual vendría el cansancio ante las dificultades. No quiere el Papa “espiritualidades ocultas ni cerradas a la caridad” (n. 262).  Es que la primera motivación para evangelizar es el amor de Jesús, sentirse amado por Él lo cual mueve a “amarlo siempre más” (n. 264).

Resalta el Papa la gran diferencia entre conocer o no a Jesús, en querer construir el mundo con o sin el Evangelio. El verdadero misionero nunca deja de ser discípulo que aprende de Jesús, “camina con Él, habla con Él, respira con Él”. Así llegará a ser una persona convencida, lo cual es necesario pues “una persona que no está convencida, entusiasmada, segura, enamorada, no convence a nadie” (n. 268). Es preciso tener siempre presente que elpropósito de Jesús, y el de sus evangelizadores, es la Iglesia del Padre (n. 267). Pero ese gran propósito no aleja sino que intenta acercarse, como condición de éxito, al “pueblo de Dios. Dice: “la misión es una pasión por Jesús, pero, al mismo tiempo, pasión por su pueblo”.  Es preciso vencer la tentación de mantenerse a “prudente distancia de sus llagas”, que son también las de su pueblo (n. 270). “Jesucristo no quiere príncipes que miran despectivamente, sino hombres y mujeres del pueblo” (n. 271) Es que “el amor a la gente es fuerza espiritual que facilita el encuentro pleno con Dios…  Quien no ama al hermano camina en tinieblas” (Jn 2,11).

Verdad comprometedora, que debe llevar el evangelizador verdadero en su corazón, es la de que “cada persona es digna de su entrega”,porque es obra de Dios”, algo “inmensamente sagrado y que merece nuestro cariño y nuestra entrega”  (n. 274). Esta motivación ha de llevar a superartodo pesimismo, pues es triunfo de resurrección, después de la muerte. “En medio de la oscuridad siempre comienza algo nuevo”, motivo de luz, de seguridad, de esperanza (n. 275-276) Sólo habrá derrotas cuando el evangelizador busca aplausos, premios, puestos, “carrerismo” ,  porque así el Evangelio queda sepultado (n. 277).

Comenta, brevemente, el Papa, como prenda de éxito evangelizador  la “intercesión” de los santos, y de unos por otros, “con agradecimiento a Dios por los demás” (n. 281-282), para pasar a tres preciosos numerales dedicados a María, Madre intercesora, siempre en medio del pueblo de Dios. Es Ella “el regalo de Jesús a su pueblo”,  y “en la hora suprema de la nueva creación, Cristo nos lleva a María”, “no quiere que caminemos sin una madre”. Destaca que “María es la que sabe transformar una cueva de animales en casa de Jesús, con unos pobres pañales y una montaña de ternura”. Con ella volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño.Por Ella la Iglesia llega a ser casa para todos y madre de todos los pueblos (n. 288).

monlibardoramirez@hotmail.com

*Presidente del Tribunal Ecco. Nal.