Monseñor Libardo Ramírez Gómez* | El Nuevo Siglo
Domingo, 26 de Abril de 2015

UN SOLO OBJETIVO

Marchar unidos hacia la paz

Nada sacamos con más recriminaciones, descalificativos o abucheos. Nada sacamos con seguir enfrentados ante un proceso de paz iniciado con propósito de lograrla pero manifiestamente falto de claras condiciones e irrevocable decisión de rechazar caminos bélicos. Sin  definidas reglas de juego seguirán burlándose del país los que han sembrado a Colombia de muertos, mientras han mantenido en alto la justificación de los más atroces crímenes, sin mostrar ningún arrepentimiento de ellos, y solo buscando imponer en mesas de negociación sus ideales de “derecho a la rebelión” y excusa para toda clase de acciones delictivas. Confundir la lucha por la paz, con un “proceso” falto de comprometido rechazo de los violentos a sus métodos destructores, y sin decisión de sometimiento al orden constitucional, y a aplicación de la justicia, ha sido grave falla, y causa de enfrentamiento entre la dirigencia nacional.

Paso indispensable hacia la paz salir de ese señalamiento de “amigos” o “enemigos” de ella por aceptación o no de un proceso que solo nos ha llevado a seguir en una guerra, ahora dirigida por los violentos no desde la selva sino desde confortables hoteles pagados con impuestos del pueblo colombiano. Es indispensable dejar ese enfrentamiento entre los no violentos, no seguir en defensa o ataque a ese proceso como bandera política sino llegar primero a un acuerdo entre los no violentossobre pasos claros, unificados y prontos, para avanzar hacia una paz debidamente fundamentada. Es preciso no pensar en vencedores ni vencidos, al dejar ese enfrentamiento ante un “proceso de paz” que después  de dos años y medio apenas ha llegado a tocar los puntos álgidos, con perspectiva de más años soportando crueles asaltos premeditados y cínicamente culpando de los muertos al Gobierno.

Con la ilusión de que cese un “conflicto armado”, se  ha creído que se debe seguir  llevando la idea a unos impenitentes guerrilleros, que nada ceden en sus exigencias, que están lejos de silenciar fusiles, que a cada paso ponen más y más condiciones para cejar en sus crímenes. Está bien “no obrar por rabia”, pero obrar con serenidad y sensatez no implica plegarse a quienes a cada paso incumplen la palabra y solo buscan imponer sus ideales.

Que “el único camino efectivo es el diálogo”, es lógico, pero  para dialogar, se necesitan dos. Cuando pertinazmente, ante los pasos de anteriores gobiernos, y ante las extremada indulgencia del momento, no se percibe un milímetro de avance en el diálogo, francamente  hay qué pensar en rectificar el camino. Esto no es desistir de la lucha por la paz, pues hay que ir tenazmente hacia ella pero si ese camino emprendido solo apunta a desquiciar la sociedad, así no se está poniendo piso a la anhelada recuperación social  y económica del país, y lo sensato es buscar otro sendero, o volver a empezar, pero con condiciones claras en unas negociaciones. Lo conducente es, entonces,compartir en mesa de paz, entre no violentos, fruto de amplia convocatoria patrióticamente hecha, en donde se oiga a todos y  se valoren sus aportes, sin búsqueda de triunfos electorales sino de la Patria. Allí definir serenamente los pasos para cimentar una paz verdadera y las condiciones del diálogo con los violentos.

¿No será esto más seguro camino hacia la paz, que empeñarse en los  manifiestamente infructuosos e interminables diálogos de La Habana que nada han definido sobre puntos cruciales? No basta con poner plazos a negociaciones sino que es indispensable una reingeniería seria de compromisos que se cumplan,  y que esto sea  fruto de labor en  unidad de quienes quieren la paz, haciendo con humildad y valor las rectificaciones que sean necesarias. Con patriotismo el más puro, hay qué tener el coraje de la rectificación, y unidos, sin caprichos ni de unos ni de otros, tener un solo objetivo: “marchar unidos hacia la paz”.

monlibardoramirez@hotmail.com

*Expresidente del Tribunal Ecco.Nal.