Monseñor Libardo Ramírez Gómez* | El Nuevo Siglo
Domingo, 8 de Febrero de 2015

BUSCAN LA GLORIA DE DIOS

Un grande honor

Ante   el mundo entero se aprecia máxima responsabilidad en el Papa. Se reconoce en él al presentante vivo en la Tierra de la excelsa personalidad de Jesucristo, cabeza de la entidad que él nos dejara, la Iglesia Católica, que, por su mensaje de bien, tiene conquistada tal  credibilidad que la ha convertido en “conciencia de la humanidad” y “Madre yi Maestra de los pueblos”. Ser colocado entre los más cercanos confidentes del Papa, ser ubicado entre las personas de su máxima confianza, y no por representatividad en éste o aquel cargo sino por los méritos de un excelente servicio ya prestado desde el ángulo religioso a su país y a la Iglesia, es un grande honor para esa persona, y honor para su Patria. Es honor para una Iglesia que cumple con exaltar a humildes servidores que solo han buscado la gloria de Dios y el bien de los humanos, colocándolos como auténticos paradigmas ante actuales y futuras generaciones. Este es el caso de la exaltación a la dignidad de Cardenal de la Iglesia a nuestro tan apreciado monseñor José de Jesús Pimiento Rodríguez.

Dentro del estilo del Papa Francisco, de creer en la conveniencia de destacar auténticos valores, dentro de una visión universal de Iglesia, cómo encuadra de bien una nominación de Cardenal de tan benemérita personalidad de un país como Colombia. Al igual es de destacar la exaltación, al lado de los que están en plena labor pastoral, de cinco prelados cargados de años y de méritos.

Nació el cardenal Pimiento en la religiosa población de Zapatoca (Santander), el 18-02-19, del hogar de don Agustín Pimiento y Salomé Rodríguez, de medianos recursos económicos pero de gran riqueza espiritual. Inicia estudios con las Madres Bethlemitas, pasando luego al Seminario de San Gil, y, posteriormente, a estudios superiores, al Seminario de Bogotá. Fue ordenado Sacerdote el 14-12-41, prestando, luego, entusiasta labor pastoral en la Diócesis de San Gil. Fue consagrado Obispo el 28-08-55, con primera destinación como Auxiliar de Pasto, hasta 1959, cuando pasó a ser Obispo de Montería.

En el año de 1964 el dinámico Pastor fue trasladado a la Diócesis de Garzón - Neiva, que comprendía todo el Huila. Siendo Obispo de esa jurisdicción fue elegido Presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia (1972), cargo que ejerció con gran dedicación y sabiduría por dos períodos. Siendo Presidente de la Conferencia fue trasladado al Arzobispado de Manizales, en donde realizo labor de maestro y guía de firmes principios. Le fue aceptada su renuncia a sus 76 años de edad, y va a la Diócesis de Apartadó como Vicario Parroquial, por tres años. Se repliega, luego, al Foyer de Charité de Piedecuesta (Santander), período interrumpido por año y medio, por haber sido designado Administrador Apostólico de S. Gil (01-11-01 al 28-08-03), de donde regresa a Piedecuesta, desde donde sigue prestando a sus 96 años de edad, valiosas colaboraciones en parroquias  y diócesis.

En esa modesta pero fructífera labor sorprende a monseñor Pimiento su exaltación a Cardenal de la Iglesia, bajo sentimientos de sincera humildad, aceptando esta designación como gesto de fraterno compartir ese honor a quienes nos sentimos complacidos con que, a quien tanto apreciamos y agradecemos sus múltiples servicios, llegue este merecido honor que nos une en gratitud y admiración al Papa Francisco. El 28 de febrero se le impondrán, en la Catedral de Bogotá, las insignias cardenalicias, a tan amado Pastor. Vendrán, luego, muy merecidas celebraciones en Manizales, Garzón, Neiva y San Gil, lugares en donde se le guarda perenne gratitud.

Bendita Iglesia nuestra, en donde, en medio de tantas situaciones difíciles que tiene el Papa Francisco que afrontar, hay, a la vez, tanta virtud y méritos que destacar, alcanzados, con humildad profunda como en el caso del cardenal Pimiento.

monlibardoramirez@hotamail.com

*Presidente del Tribunal Ecco. Nal.