Para relajarnos un poco, hablemos de los creativos y fantasiosos trucos, no de los magos de profesión, sino de los que estamos viendo en la gran carpa que ha creado quien se hizo elegir presidente enunciando un cambio radical y, una vez en el poder, ha dejado atónitos a los colombianos, especialmente a la mayoría de sus electores, al comenzar a sacar del sombrero toda clase de sorpresas nefastas, como una verdadera "caja de Pandora".
La función comenzó el mismo día de su posesión. En un acto populista para ganar aplausos de sus seguidores, ordenó sacar la espada de Bolívar, enviando un mensaje de poder: "aquí, el que manda soy yo". Y lo logró. Ese primer truco enardeció a la tribuna y ocupó los titulares de los medios, tanto que opacó su discurso lleno de promesas que sabía no cumpliría.
El 31 de diciembre de 2022, nuestro mago anunció un cese al fuego bilateral con todas las organizaciones criminales (Eln, Farc, Clan del Golfo y el grupo Sierra Nevada, entre otras). Dos días después, el encanto desapareció cuando estos grupos lo desmintieron. El tal cese al fuego nunca se pactó; fue un acto de ilusionismo para entusiasmar al país.
A diferencia del famoso mago de Las Vegas, cuyo acto central consistía en “desaparecer” a voluntarios del escenario, nuestro mago se desaparece a sí mismo con frecuencia. La versión oficial, sacada del sombrero, siempre es la misma: “se encontraba en agenda privada”. Una de tantas desapariciones ocurrió en un hotel de un país lejano, donde no amaneció en su habitación y solo estaban sus zapatos y anteojos. Por arte de magia, apareció al tercer día.
Ante un público seleccionado previamente, sacó del sombrero la propuesta de una asamblea constituyente que rápidamente convirtió en referendo constitucional y finalmente en proceso constituyente. Todo un juego de palabras para encantar y confundir a los incautos. Aún sigue dándole vueltas a la creativa figura, mientras aquellos siguen preguntando dónde está la bolita.
Ni el trapo que sale del sombrero en todas las funciones ha faltado. Sacó la bandera manchada del M-19 y, tras decretar ilegalmente el 19 de abril como día cívico en homenaje al grupo guerrillero al que perteneció y sueña con revivir, ordenó a sus seguidores ondear el pendón en las marchas patrocinadas con el presupuesto. Para afianzar la convicción de sus fervientes seguidores, les arengó: “Nuestra bandera no se esconde, se levanta”.
También se le ocurrió la creativa idea de sacar del sombrero el sombrero que cubrió la cabeza de quien ideó y dirigió el asalto criminal al Palacio de Justicia, en el que murieron más de 100 personas, incluidos 11 magistrados de la Corte Suprema de Justicia. El mago apareció hablándole al sombrero y anunciándole que lo reconocía como patrimonio cultural de la nación, pasando por alto el riguroso proceso correspondiente del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural.
Mientras nuestro mago nos distrae con sus trucos y cortinas de humo, el país se descuaderna por culpa de su ilusionismo populista. Los escándalos de corrupción en su gobierno aumentan, el sistema de salud se destruye, las Farc, el Eln y demás grupos criminales avanzan en la toma del territorio nacional, los cultivos de coca aumentan exponencialmente, la economía sigue en caída libre y las mayorías del Congreso, sobornadas, aprueban a pupitrazo sus nefastas reformas.
@ernestomaciast