Ojo al vecino | El Nuevo Siglo
Jueves, 30 de Marzo de 2017

Aunque hubo retiro de tropas venezolanas de la margen del río Arauca, la semana pasada, la movilización militar continúa silenciosa, rondando frontera colombiana en el extremo entre Arauca y Guainía, de acuerdo con comunicación de labriegos en los últimos dos días, recibidos en Arauca y Cúcuta.  

Es claro: Maduro, ha percibido distanciamientos internos en la fuerza militar de su país, que podrían llevarlo por el camino del golpe a su Gobierno. La crítica situación interna está en proximidades del abismo. La versión circula con intensidad desde comienzos de marzo, tanto en Venezuela, como en frontera con Colombia.

Periodistas sin manera de divulgar verdades desde Caracas, confirman que el aire está pesado, con relación a Maduro. El dictador quiere una guerra hace rato. Se prueba que distrajo la ocupación militar en Arauca, con reclamo a Colombia, por respaldar a la OEA, que le impuso exigencias inaplazables.

Maduro sigue huellas para ponerle zancadillas a Colombia, desde el manipulado cierre fronterizo el año pasado y su repetición, con el argumento de frenar presunto manejo fraudulento de billetes de 100 bolívares, atribuido en ese momento, a “mafias colombianas”, según dijo.

La situación exige control y toma de la frontera de 2 mil 219 kilómetros, la más extensa con los vecinos. Así lo deben haber previsto las Fuerzas Militares colombianas, para actuar con cabeza fría, en sus cinco sentidos y de manera oportuna.

No es la primera vez que habitantes de Arauca, Vichada y Guainía prenden luces de emergencia, porque aviones y tropas venezolanas merodean terreno colombiano. Mejor tomar la pastilla de seguridad indicada ahora, antes de provocarnos una congestión armada.

“Fortalecimos equipo militar con armas y equipos. Van a saber cómo se defiende Venezuela”, anticipó Maduro, hace no menos de cuatro meses, al anunciar esa adquisición, al parecer de Rusia. No precisó quienes deberán ver su moderna tecnología.

Es disculpa para disfrazar el caos, sin gasolina para consumo interno, sin dinero, sin medicamentos, sin comida y parte del comercio intervenido o paralizado, sin abastecimiento.

Desde distintos lugares venezolanos la migración no ha parado. En Cúcuta se confirma el paso, en número elevado y, en distintas formas, como para perder la cuenta. “Muchos lo hacen mediante supuestas compras en el comercio”, según testimonios.

Hay recientes versiones de intentonas golpistas a Maduro, Los ecos sin detalles llegan desde Caracas a Bogotá, pese a la intervención en comunicaciones. Hay bloqueo a redes sociales.

 Colombia debe mantener ojo al vecino, y Santos, con menos diplomacia y concreto, que reafirme contundencia nacional.