Orlando Cano Vallejo | El Nuevo Siglo
Martes, 6 de Enero de 2015

MIRADOR

Premonición

Apenas inicia 2015 con las resacas del año viejo y ya asistimos a una primera premonición: vamos a una nueva y consecutiva reforma tributaria, de mayor calado y alcance tarifario que la que apenas empieza. Con un flaco salario mínimo de $ 644.350 que apenas da para la aventura de sobrevivir, el país vuelve a sus faenas con la nerviosa corazonada de una nueva reforma impositiva que se anuncia seria estructural. Estructural quiere decir corregir distorsiones y dispersiones, inequidades y falencias de fondo que han hecho permeables las trampas al sistema de recaudos.

Lo primero es asimilar el nuevo enfoque tributario aprobado en diciembre pasado y esperar que empresas y personas naturales no resulten lastimadas financieramente, al punto de ponerlas contra los palos.  No es exagerar afirmar que Colombia es un tributo al cambio constante en las reglas de juego. A lo que más temen ricos y pobres es a que les hablen de nuevos impuestos. Lo que más molesta a inversores es que cada año les cambien las pautas a seguir en lo fiscal y jurídico. Nada complica más a los hombres de negocios que los vaivenes en el frente impositivo. Si una firma extranjera monitorea el panorama de países emergentes, seguramente verá que en el radar aparecen mejores alternativas que Colombia.

Una cosa es gozar de confianza inversionista y tener de nuestro lado calificaciones internacionales, ser una economía próspera y en crecimiento, estable y dinámica. Otra bien distinta, es abusar de esas fortalezas y dar pasos de ciego. Tramitar reformas tributarias tan a menudo, causa desconcierto y desazón.

Para completar el panorama, el pírrico reajuste salarial para este año no dejó satisfechos a los trabajadores. Se pudo hacer algo más. Empresarios y Gobierno pudieron  ser menos tacaños. No es mágico suponer lo duro que será este año honrar las obligaciones de una familia con un sueldo de 644.350 pesos. Casi impensable. Y saber que hay dirigentes gremiales y empresarios, adinerados, que estiman que el mínimo es suficiente y alcanza.

El mínimo alcanza para mantener sanas las finanzas de las industrias, pero dudo que alcance para arriendos, servicios públicos, salud, educación, mercado. Vestuario y esparcimiento mensual. Sería un milagro económico por más que la inflación esté en cintura. Es por eso que no es sano aventurarnos de nuevo a la incertidumbre que implica una nueva reforma fiscal con nuevas tarifas. Debe abrirse paso de verdad una reforma tributaria estructural que ponga fin a la colcha de retazos que hoy tenemos.