Orlando Cano Vallejo | El Nuevo Siglo
Martes, 28 de Abril de 2015

MIRADOR

Qué estrés

Una  razón de peso para que las empresas locales repiensen decisiones de inversión en Colombia pasa por la actual carga tributaria, onerosa, dura con unos y blanda con otros. El Nuevo Siglo informó el domingo pasado sobre el resentimiento de la economía nacional y mencionó causas diferentes a la caída del precio del petróleo. Así las cosas, con un entorno económico global desteñido, menor ritmo de crecimiento en producción, ventas y exportaciones, desgano del consumo interno, el panorama tributario luce complicado.

En Bogotá, el 8 de mayo próximo vence el plazo para pagar con descuento del 10% el impuesto de vehículos. Un nuevo recaudo cuando aún la gente no se repone del estrés causado por el predial. Muchos no han honrado aún su obligación con el predial cuando reciben el formulario de vehículos, les acosa el tributo de industria y comercio, luego renta y patrimonial.

Si la economía marcha bien y los sectores productivos prosperan hay empleo digno y bien remunerado, el consumo se mueve y fluye la inversión; pagar gravámenes es cosa sencilla. Si, en cambio, como ocurre al terminar abril, el clima de negocios no pinta despejado del todo y siguen titilando las luces amarillas del tablero económico nacional; los impuestos sí son un dolor de cabeza. Los desempleados y pensionados, viudas, mujeres cabeza de hogar, sufren en carne viva las tarifas impositivas.

A su vez, la gran empresa contribuye sin reparo en la cancelación de costosos impuestos, sin quejarse ni ahorrar. Sin embargo, tiene razón en preocuparse por la dispersión, inequidad y gabelas del universo tributario colombiano. Tiene argumentos la industria en alertar sobre la inconveniencia de que el caudal tributario nacional recaiga en gran proporción sobre sus hombros.

Evitar que los arboles nos tapen el bosque. Hay quienes se escudan en actividades dudosas para no pagarle al fisco. La comisión técnica encargada de ‘montar’ la reforma tributaria estructural ya tiene los ojos puestos sobre las organizaciones sin ánimo de lucro. Hay quienes le hacen ‘conejo’ al fisco, descuadran las finanzas públicas, burlan al Estado, y causan inequidad, evasión y elusión. Hay fundaciones raras de las cuales nadie dice nada, agazapadas en la tiniebla del bajo perfil, sin figurar para no pagar impuesto, pero que facturan fortunas.

Artificios, marrullas, maromas financieras y ‘maquillajes’ para no declarar lo debido, tan grave como restaurantes o cafeterías reconocidas que solo reciben efectivo, no habilitan el pago con dinero plástico, como artimaña para facturar el IVA y no trasladarlo al fisco.

Conclusión: hoy somos un país con menor crecimiento e impuestos en aumento. Ojo con herir la confianza inversionista. Cuidado con dañar el clima de negocios. Estrés tributario.