ORLANDO CANO VALLEJO | El Nuevo Siglo
Martes, 3 de Diciembre de 2013

El Superfinanciero

 

Los  periodistas ni condenamos ni acusamos. Tampoco absolvemos. Solo informamos, investigamos y orientamos, ojalá con responsabilidad y respeto a personas y a la libre empresa. Una prensa libre se nutre del respeto a las instituciones y del acato a las decisiones, fallos y providencias. No hay lugar para el periodismo alcahuete, tampoco irrespetuoso de la ley. El periodismo es libre cuanto más independiente, exhaustivo, pero a la vez regido por reglas y normas de la democracia. Ninguna prensa desbordada es bien informada. Ninguna prensa sometida es independiente.

Estas reflexiones a propósito de la decisión del Procurador General en el caso de Gerardo Hernández, superintendente financiero, en relación con su presunta omisión en el caso Interbolsa. Comparto la decisión del presidente Santos de rodear y respaldar al funcionario. También valoro el reconocimiento que le hizo la presidenta de Asobancaria, María Mercedes Cuéllar. Hernández es riguroso. Lo conozco del Banco de la República donde trabajó con acierto y responsabilidad. Es conocedor como pocos de los menesteres y vericuetos de nuestra regulación financiera. Siempre está del lado del derecho. Amigo de un sistema financiero a disposición de la gente, sin regulaciones extremas. Es vigilante de la marcha del sector y de que la gente sea cada día más cercana a este negocio. Es decente y diligente. De cara a la gente y criterioso en sus responsabilidades. Respetando las decisiones del Procurador y sin terciar en sus conceptos legales, no cabe en la cabeza que Gerardo Hernández haya actuado con irresponsabilidad en el caso Interbolsa.

Es como afirmar que el Superfinanciero tenía conocimiento de lo que estaba a punto de ocurrir y se cruzó de brazos. Eso no tiene sentido. Independiente de si el funcionario se queda o se va es impensable que éste le haya sacado el cuerpo, guardado silencio o mirado para otro lado cuando prendieron las luces rojas de Interbolsa. La quiebra e intervención de esta comisionista no pudo estar en el radar de Hernández indefinidamente. Cuando prendieron las luces rojas y sonaron alarmas, él actuó con rigor y responsabilidad.

Cualquiera que haya estado en ese cargo sabe que en ese mercado se manejan billonarios intereses que no siempre salen a luz pública. Es como decir que Hernández actuó con omisión en el caso de tramposas firmas captadoras no financieras. Es como si le echáramos el agua sucia de las pirámides desmontadas y de las que siguen apareciendo con la complacencia o ingenuidad de ahorradores.

En un país de ‘vivos’ y fiebre de dinero fácil hay que ser vigilantes y estar al acecho como fieras de eventuales ‘torcidos’ o captaciones indebidas de fondos.

El país tiene confianza en la Superfinanciera, entidad cercana a ese mercado, pero también a los usuarios.