ORLANDO CANO VALLEJO | El Nuevo Siglo
Martes, 31 de Diciembre de 2013

Bien y mal                                         

 

Inicia un nuevo año que será complicado por cuenta del proceso electoral que viene. El Gobierno está tranquilo por el balance que entrega de la economía, en tanto los empresarios guardan esperanza de que el clima de negocios les resulte más favorable. No se discute el crecimiento global de la economía nacional, aunque sectores específicos como café, ganadería, papa, arroz, palma de aceite y cacao, cierran un 2013 modesto en rentabilidad. Algunos sectores agropecuarios aumentan producción, pero desmejoran ingresos. Es un tema que el ejecutivo tendrá que atender para que la expansión de la economía toque a todos y no a unos cuantos renglones.

La industria cierra en dificultades. No fue un buen año para los empresarios. La competitividad sigue quedada, tanto como infraestructura, ciencia, innovación y tecnologías. Quiere decir que no porque a la economía, al empleo, a la inflación y a la inversión social les haya ido bien, les fue bien a todos los frentes productivos. La industria y la agricultura requieren un gran empujón. Rentabilidad, comercialización, insumos, materias primas, crédito oportuno y barato, serán claves para contar con un sector rural donde vuelva a ser negocio trabajar.

El enfoque social no implica del todo que un país sea exitoso en productividad. Un pequeño campesino puede sobrevivir con su parcela, con su huerta, con su pedazo de tierra, pero su tamaño no le da para ser competitivo. Ni siquiera sabe qué es eso. Un labriego que cultiva una o dos cuadras de tierra necesita saber qué y cómo producir. También requiere información sobre quién y a cómo le pagarán su producción. Y si no tiene acceso a salud, educación, servicios públicos y vías adecuadas para movilizarse, difícilmente querrá salir del campo porque no le resulta rentable. Es igual que con una pequeña industria en pueblos o ciudades. Si escasamente se defiende con mano de obra familiar y nada sabe de globalización ni mercados, muy aventurado que se inserte en la cadena productiva.

Son rostros de un país que crece bien en cifras, pero se desarrolla mal en resultados. Ejemplo: los bancos tienen liquidez para prestar plata, sin embargo, el ingreso no les alcanza a muchos para endeudarse. La construcción crece, pero la gente sin manera de adquirir vivienda tan cara.

Bien por la concertación salarial, mal por el incremento. 900 pesos diarios de ajuste no cubren siquiera un pasaje en Transmilenio. Es claro que la locomotora de las prosperidad sigue andando, pero hay vagones donde las cosas son difíciles.

Ojala las campañas electorales no estén pasadas por trampas, trucos, compraventas, sucios acuerdos y comparsas programáticas.