P. ANTONIO IZQUIERDO | El Nuevo Siglo
Domingo, 22 de Julio de 2012

¿Pastores fallidos?

 

Reunir. Éste es el concepto clave de la actual liturgia. “Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas”, dice Yahvéh (primera lectura Jer 23, 1-6). Jesús ve la multitud con compasión y exclama: “son como ovejas que no tienen pastor” (Evangelio c 6, 30-34), pero Él, buen pastor, las reunirá en un solo rebaño (Jn 10,16).

Jesús, buen pastor, reúne también en un solo rebaño a los que “estaban lejos” (paganos) y a los que “estaban cerca” (judíos) por medio de su sangre derramada en la cruz (segunda lectura Ef 2, 13-18).

Como ovejas sin Pastor. En la sustancia de las cosas, la humanidad se halla desde sus inicios en situación parecida, aunque cambien las circunstancias aparentes: pastores que abandonan a sus ovejas, y ovejas que abandonan a sus pastores. Desde que el hombre es hombre ha necesitado guías que le indiquen el camino y le dirijan por la senda de su auténtica humanidad hacia el horizonte de la felicidad y de Dios. ¿Dónde, quiénes son hoy esos guías? En una crisis como la nuestra, los hombres no miran ya hacia los “gurús”" de la ciencia, de la técnica, de la religión “a la carta”, sino hacia los pastores de la Iglesia. ¿Estamos los pastores de la Iglesia a la altura de nuestro cometido en este momento dramático y estupendo de la historia?

Los textos de la liturgia algo nos deben enseñar. Nos hablan de pastores fallidos, que han fracasado en la tarea y responsabilidad encomendada. Y, si quienes son columnas del edificio se tambalean, ¿quién podrá mantenerse en pie? Éste es el gran drama de la historia en cada generación. También en la nuestra. Una generación sin pastores vive a la desbandada, se revuelve infeliz en la ciénaga del sinsentido. Una generación con pastores que no lo son, se ve abocada a la desconfianza en la autoridad, vive el suplicio de la confusión, se encierra en el subjetivismo atroz e insolidario. Toda generación requiere con urgencia pastores-testigos, que señalen con su vida el verdadero camino del hombre.

Ante una sociedad que afanosamente reclama orientación, es urgente que todos los cristianos nos unamos bajo un mismo Pastor, el Buen Pastor. Porque la primera orientación que Cristo ofrece a los hombres es precisamente la unidad en la verdad y en la caridad. Fijémonos en que, si es mucho lo que nos divide, es mucho más lo que nos une. Promovamos con nuestra palabra y con nuestra vida la unidad en la verdad, pero por igual y mucho más la unidad en el amor hacia todos los cristianos, en el respeto hacia los miembros de otras Iglesias, en la colaboración para fomentar y defender los fundamentales valores humanos y cristianos... Unidos bajo un mismo Pastor podremos más fácilmente y con mayor eficacia ser verdaderos guías para nuestra sociedad. /Fuente: Catholic.net