¿Pasamos a la regionalización económica? | El Nuevo Siglo
Miércoles, 18 de Enero de 2023

Los presidentes Andrés Manuel López Obrador (México), Joe Biden (Estados Unidos) y el primer ministro canadiense Justin Trudeau fijaron una nueva agenda diplomática, económica y política trilateral. Entre los principales acuerdos destaca la sustitución coordinada de importaciones, lo que intuye un cambio en el paradigma del modelo de globalización actual.

En la reciente cumbre trilateral se habló de tomar acciones conjuntas para la lucha contra el narcotráfico, pero también de cambio climático, competitividad regional, salud, migración, equidad y desarrollo económico inclusivo.

Para mejorar la competitividad de la región se propuso la creación de un grupo de trabajo trilateral con actores públicos y privados para desarrollar una estrategia común de sustitución de importaciones. Dicha acción muestra una nueva tendencia global enfocada en una mayor integración regional.

El modelo de globalización de los últimos 40 años ha dado un papel protagónico a Asia en general y a China en particular y la producción multipaís con eje en China ha sido la fórmula preferida para articular las cadenas de valor globales.

Sin embargo, la ruptura de las cadenas de suministro provocada por la pandemia y el conflicto comercial entre China y Estados Unidos está cambiando las reglas de producción manufacturera a nivel internacional.

Estados Unidos busca ahora sustentar su competitividad en producir con certidumbre y proximidad (nearshoring), lo que desvela un marcado sesgo hacia una economía global por regiones. La alianza con México y Canadá se vuelve fundamental para la competitividad global de los Estados Unidos.

Durante la pandemia, la falta de suministro de chips provenientes de China y Taiwán puso en jaque el actual modelo de producción industrial. La crisis provocada por la covid-19 mostró la fragilidad de los procesos de producción globales y la vulnerabilidad de las economías nacionales ante las disrupciones en la cadena de valor. Para reducir los riesgos se promueve ahora la relocalización de las fábricas en regiones más cercanas, en un proceso conocido como nearshoring.

Detrás de este nuevo modelo de relocalización industrial se esconde un importante cambio del paradigma de la globalización, con una mayor fragmentación de la economía mundial. Así, la producción industrial parece tender a organizarse en bloques económicos regionales, rompiendo el modelo tradicional de globalización, basado en producir barato en China para exportar a todo el mundo.

China se convirtió en la fábrica del mundo por la deslocalización de la producción industrial de las economías desarrolladas que buscaban aumentar sus márgenes de beneficio mediante la reducción de costes (sobre todo de mano de obra).

Este modelo permitió al gigante asiático conseguir altas tasas de crecimiento y desarrollar con enorme rapidez su industria, pero hizo a las grandes economías muy dependientes del sector manufacturero chino.

No obstante, la crisis en la cadena de suministros dejó en evidencia los riesgos para las economías estadounidense y europeas de asentar una parte importante de su cadena de valor en China.

El Tratado de Libre Comercio y la cercanía geográfica con Estados Unidos, convierten a México en un eje logístico y de producción idóneo para la estrategia de nearshoring de Estados Unidos. A esto hay que añadir los costes competitivos en materia de salarios, energía e insumos que ofrece México a las empresas de sus vecinos y socios.

El nearshoring provocaría además la llegada de nueva inversión extranjera a otras economías cercanas al mercado estadounidense.

Esta estrategia conjunta de sustitución de importaciones desvela un cambio en la globalización hacia un modelo más fragmentado y concentrado en grandes bloques económicos por regiones.

*Profesor de Análisis Económico del Derecho, en el español Instituto Universitario y de Investigación Ortega y Gasset.