La tasa de cambio por debajo de $ 5.000 está pegada con alfileres. Si éstos se caen, podríamos llevarnos una desagradable sorpresa en los próximos meses. Son varios los factores que le están dando fragilidad a la almohadilla de los alfileres cambiarios.
El primero es la inestabilidad. El gobierno Petro no ha logrado darle un rumbo estable a la política ni a la economía. El presidente se la pasa cazando peleas inoficiosas por Twitter, mientras los grandes asuntos nacionales siguen sin definirse. La revista “The Economist” dedicó en su última entrega un largo editorial al estilo de trabajo de la administración Petro del que no sale nada bien librado.
Uno de los aspectos más criticados por la revista inglesa es el método errático que utiliza Petro para manejar algunas de sus políticas: un día se anuncia una cosa, al siguiente se matiza, y a la postre se termina pactando con los contradictores. El caso del metro para Bogotá es paradigmático. Pero igual sucede con los anuncios epilépticos sobre política energética, EPS y servicios públicos. Asuntos que quizás terminarán ajustándose, pero en el entretanto se habrán perdido preciosas semanas en desgastantes polémicas que parecen encantarle al presidente.
Si el Plan de Desarrollo se aprueba en el Congreso (o si se expide por decreto en el evento de que se venza el término legal para que sea aprobado mediante ley) al gobierno no le va a quedar tiempo sino para reglamentarlo y desarrollarlo. Se piden cerca de doce facultades extraordinarias que deben ser utilizadas a lo largo del 2023 para los asuntos más disimiles, y se crean decenas de programas -y aún entidades nuevas- cuya organización devorará al escaso tiempo que le queda a este desorganizado gobierno. Se acentúa la vía estatizante y se minimiza el papel del sector privado.
Al paso que a la coalición de gobierno se le observan profundas grietas se supone que deberá tramitar en esta legislatura nada menos que un presupuesto adicional, las hasta ahora ignotas reformas pensional, a la salud, y laboral, además de otra decena de proyectos de ley como el de la justicia. Menuda tarea de cuyo éxito depende una gran parte de los alfileres cambiarios. Tampoco hay claridad sobre los costos que tendrán estas reformas. Por ejemplo, la ministra Corcho dice que el de la reforma a la salud será cero o insignificante, al paso que otros cálculos hablan de cuarenta billones (dos reformas tributarias). El ministro de Hacienda debe hacer claridad sobre el costo fiscal de esta catarata de reformas que llegan al congreso. Es su responsabilidad.
Hablando del Plan de Desarrollo llama la atención que allí se señale la intención de gubernamental para empezar a aplicar un arancel llamado “inteligente”, cuando el manejo de todo lo concerniente con el arancel corresponde a la órbita presidencial. Esta es una de las pocas materias que por disposición constitucional no requiere de ley: como se hizo recientemente con el arancel del 40% para textiles y confecciones.
El anuncio del arancel inteligente que trae dicho Plan y que no parece tener un IQ muy alto, puede ser el inicio de una cerrazón inconveniente de la economía lo mismo que de estímulo adicional al contrabando. Tanto más si se sigue ignorando a alguien al que poco se consulta en estas materias: el consumidor.
Siguiendo con el Plan llama mucho la atención el artículo 55 que proponer el “registro universal de ingresos” que llevará Planeación nacional con el propósito plausible de refinar la focalización de subsidios y de la oferta de ayudas sociales. Lo dudoso sobre esta iniciativa es que ella se apoyará, entre otras fuentes, en una “autodeclaración universal de ingresos”, de conformidad con reglamentación que expedirá el departamento de planeación. Quedan varias incógnitas: ¿La autodeclaración será obligatoria? ¿Está el departamento de planeación en capacidad de manejar una autodeclaración universal de ingresos de todos los ciudadanos que habitan el país? ¿No se va a asustar la gente de que está información sirva para propósitos fiscales?
A todas estas la inflación sigue altísima -no ha empezado a declinar como se había previsto- e igualmente altos continúan el déficit en la cuenta corriente y las tasas de interés.
Otro alfiler que está bailando es el de la “paz total”. No ha resultado fácil intentar pescar la paz con atarraya, es decir simultáneamente con varios grupos criminales y con el Eln, en vez de hacerlo con anzuelo como se había hecho en ocasiones anteriores.
Los tumbos que se dieron con el hijo de ‘La gata’ la semana pasada a quién finalmente se le despojó de la condición erradamente otorgada de facilitador y la tremenda confusión que se ha armado con unos ceses al fuego mal diseñados y peor anunciados con los grupos de delincuencia organizada como el de las disidencias de las Farc (que se anunciaron desde el pasado 31 de diciembre del 2022 pero que solo hasta ahora se divulgan), muestra que en esto de “la paz total” estamos caminando por el estrecho desfiladero de la confusión total. Y, recordémoslo: éste es el principal alfiler del que está colgada la estabilidad cambiaria.