Es preocupante que en un país, quien ha sido elegido para liderar su destino y futuro, dedique la mayor parte de su tiempo y energías a las redes sociales en lugar de gobernar. Esta es la penosa realidad que atraviesa Colombia bajo la presidencia de Gustavo Petro, quien, tras dos años en el poder, ha centrado sus esfuerzos en manipular la percepción de la nación mediante trinos y discursos incendiarios, desviando la atención para ocultar el desgobierno que padecemos.
La estrategia de Petro es evidente: lanzar promesas inviables y esparcir noticias falsas con el fin de distraer al país. Pero, más allá de esto, sus mensajes están siempre cargados de diatribas, dirigidas principalmente contra todos aquellos que no comparten su visión y comportamiento.
Petro ha hecho tantas promesas vacías y demagogas que, con el paso del tiempo, la nación ha pasado de la incredulidad y la preocupación a la burla. Desde el proyecto del tren elevado de Buenaventura a Barranquilla, anunciado al inicio de su mandato, hasta las ocurrencias que frecuentemente brotan de su cabeza en medio de los aplausos de su cada vez más menguada fanaticada. Por otro lado, su estilo camorrista, con el cual caza peleas diariamente, no hace otra cosa que agravar la situación.
Aunque la mayoría de los compatriotas que mantenemos profundas diferencias con él hubiéramos deseado ver en algún momento a Petro enfocado en resolver los numerosos problemas de Colombia y cesando en su empeño de crear nuevas dificultades, ya entendimos que eso no es posible, no ocurrió ni ocurrirá. El país seguirá en la senda del retroceso general.
Petro siempre está generando controversias y causando conflictos. Recientemente, en una asamblea de su agrupación política, “Colombia Humana”, con tono belicoso afirmó: “¿No le gritan a Petro los ricos del país, ‘fuera Petro’? ¿No están reproduciendo el mismo mensaje que cuando mataron a los 5.000 militantes de la Unión Patriótica? Son unos asesinos, los mismos que gritan ‘fuera Petro’”.
La mayoría de los colombianos estamos hartos con la actitud pendenciera y lenguaraz de Gustavo Petro, así como de su absoluta ineficiencia como gobernante. Resulta indignante que, mientras el país sufre por el derroche, la corrupción y el desgobierno, Petro se dedique a la politiquería del insulto y la confrontación. El “fuera Petro” no es un grito casual de opositores políticos; es una manifestación masiva, una expresión del estado de indignación de un pueblo entero. No se puede permitir la acusación temerariamente de asesinos a millones de ciudadanos porque se expresan libremente, con un sentimiento patriótico, ante un gobernante incapaz que finge gobernar sin realmente hacerlo. Ni seguir tolerando el comportamiento de Gustavo Petro hacia una nación que ha sido tan generosa con él, al punto de perdonarlo, sin olvidar su pasado guerrillero, permitiéndole participar en la democracia como cualquier ciudadano de bien.
En adelante, los colombianos debemos exigir con mayor vehemencia que Petro respete a la nación, y defender la democracia y las instituciones con todo vigor. Y es necesario garantizar, en las próximas elecciones, un Congreso mayoritariamente de centro y derecha, además de elegir a una persona decente y seria para la presidencia de la República. Colombia necesita, para su reconstrucción, un mandatario responsable, alejado de la izquierda destructora. El conteo regresivo hasta 2026 será largo y tedioso, pero aguardamos con ansias superar la desesperanza y vislumbrar un horizonte de optimismo.
@ernestomaciast