Por fin el presidente Petro se ha percatado y aceptado su culpabilidad en los reveses que enfrenta su gobierno y que tiene a Colombia en graves dificultades que se multiplican nefasta y azarosamente.
La guerrilla crece sin control alguno, asesinando a la población civil, con niños y familias enteras, a lo que se agrega la acción de frentes económicos que ofrecen a la juventud motos, prebendas y hasta 2.000.000 pesos, para utilizarlos como frentes de inteligencia y combatientes.
Los gobernadores del Cauca y Chocó se han pronunciado en contra de esa acción subversiva que tiene en vilo a sus regiones. El primero, protesta por la desprotección que le ofrece el gobierno central. La gobernadora del Chocó ha tratado de entablar diálogos con el Clan del Golfo y otros tantos más que aniquilan a sus habitantes y solo recibe desplantes del jefe de Estado, que visitó esa olvidada región, sin siquiera plantear alguna solución.
Si se mira todo el territorio nacional se observa cómo la subversión se apodera e impone su ley en vastas zonas, hecho que al parecer impulsa a Petro para ir a la ONU, a acusar a otros de la parálisis del proceso de paz.
Esta nación está plagada de cultivos de coca que los grupos guerrilleros envían al exterior, aprovechando los ríos y habitando en las zonas pobladas de las regiones.
Las cárceles se le salieron de las manos al gobierno del cambio. Desde dentro de los patios se amenaza, se actúa y se maneja el crimen, el secuestro y la extorsión que intranquilizan todos los territorios. Quienes manejan la seguridad carcelaria son asesinados, como ocurrió con el coronel Elmer Fernández, por no atender las retos e intimidaciones de un “Pedro Pluma”.
El director de La Modelo y de otros establecimientos no tienen protección. Los vehículos no son blindados, ni su guardia está capacitada.
Adicionalmente, el presidente pierde cada vez más su prestigio. Quiso apoderarse de la rectoría de la Universidad Nacional violando la autonomía que ordena la Constitución. Eso mismo quiso hacer con la Federación Nacional de Cafeteros y otras entidades en las que quiere poner “petristas” de pura cepa, que caen en las perversas manos de la corrupción. No sabe escoger personas capaces y limpias. Esa es su costumbre. Basta recordar el nombramiento de Navarro Wolf como secretario de gobierno de Bogotá: lo botó por bueno.
En el caso de los carrotanques, por lo menos admitió que fue el responsable de la corruptela que tanto nos ha costado a los colombianos. Sin sonrojo exclamó: “puse a Olmedo y otros, que con rapidez se robaron la plata”.
Y así pasa casi todo. Hasta los de la primera línea se sienten defraudados, porque el millón de pesos mensual para que dejaran de matar no les llega. La otra juventud, la del Consejo Nacional, está cansada de discursos de Petro sin soluciones. Lo llaman politiquero.
Todo se le viene encima. La Andi le dice que vuelva al diálogo para enderezar la economía.
El Petro culpable tiene que hacer un cambio: cambio de actitud, si quiere enderezar las cosas, permitir la restauración del país y aprestigiarse.
BLANCO: Solo nuestros deportistas, cuyo ministerio desprecia Petro, están sacando la cara por Colombia.
NEGRO: La policía atropelló a la prensa que cubría el asesinato del coronel Fernández. Y nadie dice nada.