Por primera vez un gobierno contaba con la colección de los diversos discursos pronunciados por el representante de Colombia (presidente, ministro de Relaciones Exteriores o el jefe de la Misión Diplomática ante la ONU). Parece increíble. Pero así ha sido. La Cancillería ha tenido una actitud deplorable con respecto a los archivos. Este trabajo, que no fue fácil, fue realizado por Fernando de Mora y Diana Alejandra Medina. Incluye, también, la importante contribución de Colombia para la construcción de la ONU. Son 611 páginas.
No sobra recordar que fue Belisario Betancur el primer presidente colombiano en dirigirse al mundo desde el Debate General que se realiza en septiembre. Desde entonces ha sido más frecuente la participación de los presidentes colombianos. Betancur intervino el 5 de octubre de 1983, y en esa ocasión llevó como obsequio de Colombia un mural pintado por Alejandro Obregón. Al iniciarse su gobierno, intervino el canciller Rodrigo Lloreda, el 15 de octubre de 1982. Belisario Betancur rescata la noción de Colombia como “potencia moral”, señala cómo el mundo se aleja de los ideales de la Carta de la ONU, explica la nueva posición de Colombia al entrar a formar parte del Movimiento de los Países No-Alineados, y, como jamás se había hecho por parte de un presidente colombiano, cita a Nehru, a Nasser, a Tito, a Sukarno, a Senghor. Su intervención marca una diferencia con las anteriores y fue muy aplaudida. Sintetizó así la posición internacional de Colombia “Ni satélites, ni dependientes de nadie; tampoco enemigos de nadie”.
Virgilio Barco, 29 de septiembre de 1989; César Gaviria, 27 de septiembre de 1990 y luego, en 1992 y 1994. Y Ernesto Samper en 1996 y 1997. Así quedó presidencializada la participación de Colombia en el Debate General. El presidente Petro continúa esa tradición.
El discurso del mandatario colombiano era previsible tanto en los temas como en su contenido. Se podría decir que nada que no se hubiera dicho en público o en reuniones bilaterales con Estados Unidos. La lucha contra las drogas fracasada, la necesidad de proteger la selva amazónica, la transición energética, el tema de las guerras no autorizadas por el Consejo de Seguridad, el papel de América Latina.
Ya el presidente Duque había introducido el tema del cambio climático, la transición energética, migraciones y el ecocidio que causan los grupos armados.
El embajador Murillo considera que el discurso forma parte del diálogo sincero que continúa las relaciones amistosas bicentenarias entre Estados Unidos y Colombia.
Todos son temas que tomarán tiempo. Son enunciados que hay que elaborar y discutir entre los países. Colombia ha sido un país multilateralista, participó en la construcción de la ONU como de la OEA. Y está bien que estos temas se lleven a ese nivel porque se requieren soluciones globales y no sólo nacionales o subregionales. Eso toma tiempo.
Se debate aquí y en otras partes si el de Petro era más apropiado en el seno de la Sala Principal de la ONU. Ella se construyó para que el diálogo fuera el método que ayudara a preservar el planeta de otra guerra mundial. Y se ha logrado. Han existido muchas guerras, pero ninguna con las dimensiones y horrores de la primera y segunda durante la primera mitad del Siglo XX. Ahora preocupa enormemente que la invasión de Rusia a Ucrania pueda derivar en una conflagración mucho más amplia. Dios nos salve de semejante ocurrencia.
En las relaciones internacionales el diálogo es de la esencia. Y en ocasiones, la sinceridad ayuda. Si fue el lenguaje más apropiado lo dirán las reacciones de los gobiernos y de la opinión pública. Y la respuesta a las iniciativas planteadas. Insisto. Este discurso era previsible. Por ello, no me sorprendió.