¿Por qué no hay más mujeres enojadas por su subordinación, discriminación y trato desigual en el siglo XXI? Por supuesto, algunas de las mujeres del mundo están enojadas, pero son comparativamente pocas.
Las mujeres representan la mitad de la población mundial y claramente desempeñan un papel vital en el desarrollo, el bienestar y el avance de la humanidad. Sin embargo, continúan experimentando discriminación, trato abusivo, calumnias degradantes de misoginia y roles subordinados en prácticamente todas las esferas importantes de la actividad humana.
A pesar del trato, la discriminación y la subordinación, la mayoría de las mujeres no expresan ira. Si se invirtiera la situación entre los dos sexos, los hombres ciertamente se enojarían y sin duda tomarían las medidas necesarias para cambiar las desigualdades.
El artículo 2 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, adoptada hace casi setenta y cinco años, aplica todos los derechos y libertades por igual a mujeres y hombres y prohíbe la discriminación por motivos de sexo.
Hace unos 40 años, la comunidad internacional de naciones adoptó la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer. Y más recientemente, el 5 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas tiene como objetivo lograr la igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y niñas.
A pesar de las diversas declaraciones, acuerdos internacionales, convenciones, plataformas de acción y los avances logrados en las últimas décadas, las mujeres continúan rezagadas con respecto a los hombres en derechos, libertades e igualdad.
Desde el comienzo de la vida en algunas partes del mundo, las niñas a menudo son vistas de manera menos favorable que los niños. En muchas sociedades se sigue prefiriendo a los bebés varones antes que a las niñas. En demasiados casos, la preferencia por los hijos varones ha dado lugar a proporciones de sexos al nacer que están sesgadas a favor de los varones debido a las intervenciones de las parejas durante el embarazo.
La proporción natural de sexos al nacer para las poblaciones humanas es de alrededor de 105 hombres por cada 100 mujeres, aunque puede oscilar entre 103 y 107. En la actualidad, al menos siete países, incluidas las dos poblaciones más grandes del mundo, tienen proporciones de sexos al nacer sesgadas que reflejan las intervenciones de embarazo con preferencia por los hijos varones.
En términos de educación, si bien se han logrado avances en las últimas décadas, las niñas continúan rezagadas con respecto a los niños en la educación primaria en algunos países, especialmente en África, Medio Oriente y el sur de Asia. Además, alrededor de dos tercios de las personas analfabetas en el mundo son mujeres.
Con respecto a la toma de decisiones, las mujeres no tienen representación política ni niveles de participación similares a los de los hombres. En todo el mundo, los porcentajes estimados de mujeres en parlamentos nacionales, gobiernos locales y puestos directivos son 26, 36 y 28 %, respectivamente.
La participación laboral de las mujeres también es considerablemente menor que la de los hombres. A nivel mundial en edades de 25 a 54 años, por ejemplo, el 62 % de las mujeres están en la fuerza laboral en comparación con 93 % de los hombres. Además, la mayoría de las mujeres empleadas, o 58 %, están en la economía informal, ganan salarios comparativamente bajos y carecen de protección social.
Además de las dimensiones expresadas anteriormente, otras áreas importantes que reflejan la subordinación de las mujeres incluyen la misoginia, el acoso sexual, el abuso doméstico, la violencia de la pareja íntima y la violencia sexual relacionada con los conflictos.
Dado que las mujeres continúan rezagadas con respecto a los hombres en derechos, libertades e igualdad, la pregunta desconcertante que queda es: ¿por qué no hay más mujeres enojadas?
* Demógrafo consultor, exdirector de la División de Población de las Naciones Unidas