No había Canal de Panamá, pero sí la fiebre del oro en California, los norteamericanos, a pesar del calor y los mosquitos, cruzaban el istmo, se trasladaban de un océano a otro cargados con su valiosa mercancía, ya operaba el tren.
En abril de 1856, novecientos cincuenta pasajeros provenientes de Colón esperaban treparse a un barco de la Pacífic Mail en Ciudad de Panamá, el capitán del buque anhelaba que subiera la marea, anunció el zarpe para las horas de la noche. La mayoría de esas personas se emborracharon, Jack Oliver se acercó a un puesto donde un negro vendía sandías, tomo una tajada y se negó a pagar. El nativo dijo “vale diez centavos”, el gringo corrió, un norteamericano disparó su revólver, varios pasajeros se refugiaron en la estación del ferrocarril, la gresca ocasionó la muerte de quince ciudadanos de los Estados Unidos y dos panameños, diez y siete extranjeros más quedaron heridos. El gobernador de Panamá declaró que la agresión vino de los americanos y lo mismo hicieron los cónsules de Gran Bretaña, Francia y Ecuador.
El presidente Franklin Pierce, partidario de la esclavitud, en Washington estimó en cuatrocientos mil dólares los perjuicios por los muertos y heridos. El gobierno de Bogotá tenía una difícil comunicación con el istmo, no era responsable de lo ocurrido, se inició larga controversia, después de conversaciones y forcejeo Colombia se comprometió a pagar 195.415 dólares por los muertos, 65.070 dólares por reclamaciones anexas, 9.277 dólares por comisiones y 142.637 dólares por intereses. En total, 412.394 dólares en lugar de los diez centavos que el señor Oliver no quiso cancelar.
Los Estados Unidos insistieron en que se declarasen ciudades libres a Colón y Panamá, que le cedieran las islas de la bahía para instalar bases militares y le transfirieran los derechos del ferrocarril. En reciente conversatorio sobre antecedentes de la mayor intervención norteamericana en Panamá en respaldo a la declaratoria de separación de Colombia, en noviembre de 1903, cité lo acaecido con la Tajada de Sandía. Ninguno de los universitarios concurrentes conocía el tema. Me reafirmo en lo manifestado, en que la intervención militar y el desembarco de tropas en Panamá el diez y nueve de septiembre de 1856, así no hubiese disparos y estas se retiraran en corto tiempo, efectuada pocos meses después del trágico zafarrancho, fue ocupación previa a una serie de incursiones que exacerbaron la xenofobia y el sentimiento nacionalista de los panameños. Ciertas controversias actuales se vinculan en América Latina a problemas como el de esa revuelta, reyerta entre civiles, considerada equivocadamente ataque directo de Colombia a su Nación por el gobierno norteamericano.