El año avanza cargado de exigencias, todas de alta responsabilidad, en el devenir nacional y en la esfera exterior relacionada con Colombia.
Son rutas para seguir con pulso firme, ahora que el Gobierno todavía nuevo, está pisando acelerador y los ciudadanos, que son sus pasajeros, buscan silla económica y social para 4 años.
Al frente, tiene dos curvas de cuidado: Compromiso con EE.UU para reducir, por lo menos, en 50 por ciento, cultivos de coca y respetar el semáforo que encienda, al respecto, el presidente Trump.
Colombia, en el compromiso 2, debe aguardar, con prudencia y estrategia, cualquiera que sea, el rumbo de Venezuela. El hilo sensible está en fronteras, más, si la tendencia es con Maduro; no puede perder de vista al Ejército vecino.
Si la ruta es con el interino Juan Guaidó está llamado a replantear la ayuda humanitaria a migrantes, pensando en facilitarles un regreso organizado y, filtrando normas, para quienes pretendan a quedarse en Colombia.
Nicaragua calienta las aguas del Atlántico. Espera a Colombia, en marzo o abril, en la Corte de la Haya. Insiste en reclamar ampliación de límites marinos, que hacen parte de la plataforma continental colombiana.
Allá Daniel Ortega está haciendo curso para dictador; al estilo de Maduro. Colombia, a la cita, debe llevar una delegación de peso-pesado en Derecho Internacional y con decisión firme para derrotar a Nicaragua.
En lo nacional, hay relativo optimismo sobre la rebaja de precios en 902 medicamentos, entre ellos, los aplicados en cirugías y tratamientos de alto riesgo. Eso tiene incidencia en el bolsillo ciudadano en todas las escalas.
Está por demostrarse el esquema de industrias farmacéuticas y distribuidores, cruzando precios de volúmenes y ventas, sin afectar comercio al detal de farmacias; los ciudadanos creen que puede extenderse a otros de consumo.
Se pregunta si la rebaja está vigilada por las superintendencias de Salud y de Industria y Comercio; No puede convertirse en rueda loca, o soplo por meses.
El país desconcertado no sabe para dónde van Seguridad y Justicia. Los asesinatos a líderes sociales, son bola de fuego sin parar; en otros, se suman abuso sexual, crímenes a menores, violación a mujeres, feminicidio y atracos armados.
No hay fuente oficial que precise el destino del dinero decomisado a narcos, guerrillas y bandas del resto delincuencial. Se supone que están destinados para salud, educación y obras prioritarias.
Hay grandes olvidos. Por ejemplo: están dos manzanas amplias en autopista Norte con calle 174, costado oriental en Bogotá; pertenecieron hasta 1989, al narcotraficante Gonzalo Rodríguez Gacha; ahí aglomeran basuras.
Así, Colombia sigue obligada a prender luces para hacer lo que no ha hecho hace años. Por eso mantiene futuro nuboso, que algunos llaman pesimismo.