Es una observación de alto calibre del exministro Alejandro Gaviria, que tiene un fundamento indiscutible: durante seis años fue ministro de Salud de la Administración Santos y, ahora, seis meses con el presidente Petro. Ilustró tamaña afirmación con un ejemplo dramático al respecto. Contó que un día laboral llegó al palacio a las 5:15 de la tarde y ya no había actividad alguna. Se diría que las luces ya estaban apagadas. Para una persona con su experiencia tuvo que ser algo muy sorprendente.
Estados Unidos es el país que más ha estudiado el tema de la organización de la presidencia. Hay varios centros de investigación que hacen un seguimiento de lo que allí ocurre y elaboran estudios comparativos con oficinas similares en otros países. Varios presidentes colombianos han estudiado ese caso para encontrar lecciones que les permitan construir una oficina que los ayude. Es que hasta el manejo de la agenda presidencial, que ha sido bien analizado en estudios de varios países, es clave para el buen desempeño del Presidente.
Algunas memorias de expresidentes ofrecen datos útiles como los que recogí en la columna que escribí sobre Carter (El Expresidente. Nuevo Siglo 05.03.2023) que el Presidente cuente con la mejor colaboración en todos los campos, desde el conductor del automóvil, personal de la cocina, su secretaria, hasta los más altos funcionarios. Algunos compatriotas han tenido el privilegio de servir al Presidente y es mucho lo que pueden aportar. Un caso excepcional ha sido el de María Lorena Gutiérrez, quien fue consejera, secretaria general, y ministra de Energía en una crisis de ese sector, embajadora en Alemania y, finalmente, ministra de Comercio, Industria y Turismo Una experiencia invaluable de ocho años desde perspectivas muy diferentes. Un caso único. No hay una escuela de gobierno que pueda enseñar lo que ella aprendió, ni un libro o varios que puedan compararse ventajosamente con una vivencia tan diversa al más alto nivel.
En Colombia somos expertos en despreciar la experiencia. Recientes ejemplos si fueran necesarios: Felipe Bayón, muy exitoso presidente de Ecopetrol; Alejandro Gaviria, mucho más que un tecnócrata, exministro del tema que más nos agita que es el de la Salud. Así funciona el sector público. Disfuncional.
Por fortuna, en el sector empresarial no es así y los resultados exitosos están a la vista. Así ocurre en otros campos. La Santa Madre Iglesia Católica, no juega con la estabilidad de sus más importantes jerarcas. ¡Cuántas crisis dificilísimas ha superado en su larguísima historia! Mucha burocracia en la Presidencia es una mala receta. Hay momentos en que eso ha hecho inmanejable la institución. Muy poca, dificulta gravemente la agobiante tarea del Presidente. Eso hay que calibrarlo según las circunstancias.
1933 es el año que se menciona como el comienzo de la presidencia moderna en los Estados Unidos y eso tiene mucho que ver con el enorme prestigio universal de Franklin D. Roosevelt. El libro editado por Malcolm Shaw está dedicado a explicar este tema específico y allí se reconoce que es importante tener claro que esta organización debe responder no sólo al estilo presidencial sino a la evolución de la administración pública, de la vida internacional y de la dinámica de la sociedad.
No es que recomiende copiar ni lo que se hizo hace casi cien años ni lo que ocurre ahora. Hay algunos elementos muy útiles pero lo más apropiado es acomodar esa oficina presidencial a la evolución de las circunstancias más relevantes. Sin duda, habrá que hacer ajustes por el camino. Y, eso sí, aprender de la experiencia de todos los que han colaborado en ella, algunos por mucho tiempo, otros no tanto.
Y no se debe olvidar lo que el Presidente López Michelsen repitió tantas veces: la guerrilla de la administración contra el gobierno. En diferentes países se utiliza otro lenguaje para describir el mismo fenómeno que es el de la resistencia pasiva o activa de la burocracia para no implementar la visión presidencial.