Vaya atrevida la reciente proclama de Fecode, justo en tiempo de Novena, vaciando carreta de tinta politiquera en costosas páginas enteras de los grandes diarios de circulación nacional. Sin cumplir una medianamente decorosa tarea de educar bien a los niños colombianos, que debería ser su misión, ya se volvieron expertos en temas internacionales y escriben, como si todavía no supieran que ya cayó la Muralla de Berlín, y con ella el comunismo: “Llama la atención el giro político que algunos países toman hacia la derecha, lo cual revela una escalofriante continuidad del proyecto colonial, un proyecto inseparable del auge del capitalismo parasitario y de las grandes desigualdades de riqueza y poder que persisten en todo el mundo, propias del salvaje neoliberalismo”. Y más adelante: “El imperialismo responde con una violencia sicótica y desenfrenada (sic): al exterminio de una cuarta parte de la población coreana (¿será la Corea del Norte, afín al sindicato?), de 1.5 millones de argelinos, de 200 mil guatemaltecos, de medio millón de niños iraquíes, suma hoy la masacre de 20.000 palestinos…”
Y la última perla: “Ejerciendo la independencia y autonomía sindical, le hemos apostado al gobierno del cambio”, claro, “autómatamente prosternados” ante el régimen, a ver qué más les dan; frente a la caída dramática de todos los indicadores en las Pruebas Pisa (matemáticas, lectura y ciencias) comparto plenamente los comentarios de Germán Vargas en su última columna, al decir que en el país la excelencia de los docentes dejó de ser un objetivo desde que Fecode se apoderó del sector -“sindicato de privilegiados”, dice- que se dedicaron a exigir incrementos salariales de los maestros y a impedir que les apliquen cualquier sistema de evaluación de su desempeño. Es el mismo gremio mamerto al que atinadamente definió Monseñor Mario García Isaza como “un sindicato marxista y subversivo”. Y ¡son los que imparten educación a nuestros niños!
La “lucha” está inserta desde la primera frase de la Misión de la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación: “Está comprometida con la lucha (sic) por la satisfacción plena de las necesidades y expectativas educativas del pueblo…” y antes de las últimas elecciones presidenciales no se ruborizaron al pretender mantener parado el país hasta los comicios para llevar a la presidencia de la República a su máximo “Tetrarca”. Y a fe que lograron su cometido: este país está cada vez peor educado; el civismo ya salió del pénsum de la calle (mirá, vé, por ejemplo en Cali, donde manda un alcalde afín, donde la corrupción, informalidad y motociclistas se apoderaron de aceras, senderos peatonales y carriles exclusivos del sistema de transporte masivo); el caos se extiende a campos y ciudades; nadie se siente seguro, porque ahora la criminalidad es “La Ley” y las fuerzas del orden la única orden que tienen es la de esconderse y no tocarla.
Post-it. En medio del régimen de horror que nos desgobierna, por lo menos nos queda la dicha de poder compartir en familia unos días glorificando a los “bacanes” del Pesebre: José, María, el Niño Jesús y, claro, Francisco de Asís a quien se debe, en mi pensar, el mayor invento de la cristiandad: la representación del Pesebre de la Natividad. Y alrededor del sublime establo, continuar con la mágica tradición de compartir regalos, villancicos, viandas, colaciones y una buena dosis de néctar, para ahogar las penas del desastre país.