Que se cumpla | El Nuevo Siglo
Jueves, 8 de Septiembre de 2016

El Acuerdo Final para alcanzar la paz está enfocado con buenas intenciones en su fachada aunque hay filtraciones, con dudas, que amenazan estabilidad en la estructura. Al entrar a aplicarlo, se pueden encontrar tropezones y derrumbes.

En general, los estratos sociales, económicos políticos y culturales, contrarios o con algún escepticismo, no se marginan del Acuerdo como epicentro para la paz, a partir de votar por el Sí. Hay desequilibrios en los principios para integrar propiedad rural y áreas agrícolas para producir. Es quizá el ángulo más sensible del Acuerdo para un país agrario.

No se sabe si los opositores lo han leído, o les han explicado bien, sin deformarlo, según el nivel de fanatismo de quienes hacen parte del rechazo a ojo cerrado.

Tampoco es para llegar a la puerta del Acuerdo, y enjuiciar a los defensores de la paz, sobre lo negociado con la guerrilla, acusándolos de ser aliados. El desprestigio es arma opositora.

El Gobierno es quien debe mantenerse en pie para aclarar su propósito, en razón de la expectativa en el país y el exterior. Será necesario reconocer que hay en la agenda, puntos controvertidos, o que no tendrán funcionalidad. 

Por ejemplo, habrá que precisar, -“Solidaridad asociativa para emprender la transformación estructural del campo”-.  Propietarios legales saltarán sus cercas para defender sus terrenos contra ilegales que, con escrituras falsificadas por la corrupción, alegaran propiedad de tierras.

Otro es -“Apertura a la inserción agraria, teniendo en cuenta necesidades laborales que cubran toda la población campesina”-.  Deja pensando esa buena intención, si el agricultor experimentado tiene confianza en sus vecinos, y si la tendrá con muchos que no conoce, pero debe cederles tierra solo para sembrar, y si hay entendimiento, trabajar en llave los dos.

Se requiere árbitros, como sería una Unidad Agraria de la Fiscalía de la Nación y actuación de la Corte Penal Internacional y la ONU.

Conveniente que se señale con pruebas, otros manchones que se encuentren en el texto, para borrar así, la sensación divulgada por opositores, sobre presuntos arreglos con Farc.

Se espera que respondan quienes deben responder, porque hay expectativa ciudadana, sin esperas. Sería deplorable que el cuarto intento para apagar las armas fracasara.

El posconflicto podrá iniciarse reconociendo el Gobierno filtraciones o desequilibrios, manejando la situación con pulso fino, para corregir y explicar lo acordado.

El Acuerdo es el reto más grande de toda la historia colombiana. Que se cumpla, es la exigencia y punto.

juanalcas@yahoo.com