El poder de los incultos
Gravita sobre todos los campos de la vida moderna un poder insospechado: el de los que no saben mayor cosa de un tema, pero imponen sus débiles ideas. El asunto toca casi todo lo que afecta a la mayoría de la humanidad. Y es el camino más expedito para que los seres humanos deban afrontar de tanto en tanto crisis muy fuertes y dolorosas, exactamente debido a que los que saben en verdad son amordazados, mientras la turba se toma por asalto campos especializados del saber y la acción.
En verdad se podrían escribir más enciclopedias llenas de saberes incultos, que de saberes de eruditos. Ejemplos hay mil. Sobre la economía mundial pesa hoy una enorme presión de multitudes que sólo conocen la palabra “gratis” y desconocen la expresión “de dónde”. Sobre la teología pesa hoy aplastantemente un subjetivismo que finalmente no diferencia el sentimiento y la divinidad. Sobre la educación cae como roca de miles de toneladas una especie de innatismo que desprecia todo sistema de pensamiento o construcción pedagógica. A la justicia la agobia en estos tiempos el peso de los medios de comunicación al punto que parece ejercerse más como circo que como ejercicio del equilibrio apropiado. Y así, casi que con el espíritu y la amenaza del linchamiento, los espíritus y las multitudes incultas se van imponiendo, aunque su destino sea el abismo.
No hay por qué negar la importancia de la democratización del conocimiento, rompiendo fortalezas que lo custodiaban celosamente y en provecho de pocos. Pero de esto no se deriva necesariamente que todos ahora sepan de todo. Los que sí saben, en muchos campos, han retrocedido, amenazados por el espíritu que quiere robarse el fuego, no para iluminar, sino finalmente para apagarlo. Acaso los que conocen las ciencias más importantes, los que han profundizado en los saberes más necesarios, los que han explorado los arcanos más misteriosos, estén hoy llamados a ser más valientes para que la humanidad no se pierda en tanto desvarío con apariencia de bondad y retome el camino de la verdad en cada campo.
El pensamiento predominante en variadísimos campos de la vida actual revela que el género humano está en manos de pilotos inexpertos y sobre todo ignorantes. O, lo peor, en manos de gentes que sí conocen los caminos pertinentes, pero que por miedo transitan sendas abismales. Lo políticamente correcto suele ser el más vivo ejemplo de la equivocación convertida en dogma.