RAFAEL DE BRIGARD, PBRO. | El Nuevo Siglo
Domingo, 30 de Junio de 2013

USA Today

 

Me  encuentra esta nota circulando por las calles de New York. Son tantas y a la vez tan pocas las cosas que se ven y se notan, que no es fácil hacer un discernimiento sobre todo lo que los sentidos perciben. Pero hay realidades que golpean y que ponen a pensar. USA Today es el nombre de un diario norteamericano y sirve su nombre para pensar en cómo están hoy estos territorios y sus gentes. Todo es gigante, todo es de proporciones faraónicas, la raza es inmensa y obesa, los platos son vulgarmente abundantes, el ritmo es frenético, la mirada al prójimo más bien nula y el rey se llama dinero. Al lado de él todo es nada.

Lo que se ve de los Estados Unidos hoy está lejos, muy lejos de Dios. La vida pública se ha vuelto contra todo el ordenamiento divino de la naturaleza y de la vida en general. El ideal de vida visible nada tiene que ver con la enseñanza bíblica ni mucho menos con el magisterio de la Iglesia. Entre otras cosas, porque la religión pública también ha caído ya de tiempo atrás en manos de unos seres histéricos e histriónicos que todo lo deforman y vulgarizan. Nada de lo que es capital en la Palabra de Dios goza de respeto público en esta nación: ni la naturaleza ni la familia; tampoco el matrimonio y ni qué decir de los pobres. No hay compasión por los inmigrantes y la aversión hacia ellos raya en espíritu de holocausto legal. Y así, muchas realidades que se ven y que los medios ventilan a diario, dejan notar una sociedad aparentemente dedicada a poner en práctica el viejo dicho de comer y beber para mañana morir.

Pero eso es lo que se ve. Seguramente lo que no se ve es de otro orden, si se tiene en cuenta que los medios de comunicación social se han vuelto aliados únicamente de lo escabroso y lo que hiere el alma. En Usa Today también hay una fuerte vida de familia, hay una labor científica jamás vista, un legado cultural de todo orden, un desarrollo material admirable, un sentido cívico envidiable. Con frecuencia en nuestros ámbitos colombianos nos deslumbra sobre todo lo que se ve, pudiéndonos faltar agudeza para descubrir lo que no hace parte del show comercial norteamericano, pero que podría darnos luces en nuestro lento y doloroso desarrollo. La vida pública norteamericana parece preparar su propio infierno con esmero y la vida privada puede no ser el cielo, pero es más digerible, incluso para Dios.