RAFAEL GÓMEZ MARTÍNEZ* | El Nuevo Siglo
Jueves, 17 de Abril de 2014

La pasión de Cristo

 

Teniendo en cuenta lo que significa para mí la Semana Santa, en la presente columna de opinión no comentaré sobre los diferentes temas políticos que nos inundan a diario en nuestro país. No. Comentaré sobre la película La pasión de Cristo, de Mel Gibson. La volví a ver. Impactante. Me quedé en silencio. Lloré.

El proyecto inicial para la realización de esta maravillosa película, contó con un presupuesto de US$ 45 millones. Recaudó en taquillas a escala mundial cerca de US$ 700 millones.

El actor judío John Casaviel representa a la perfección el papel de Jesucristo, donde se ve todo el drama que vivió. Sobresale el momento en que Jesús se encuentra en el Huerto de los Olivos la noche anterior a su traición por parte de Judas en medio de la soledad y la oscuridad del mismo. 

Al día siguiente, después de la cena donde Jesús anuncia que “uno de ustedes me traicionará”. Judas lo vendería por una bolsa de denarios romanos. De traiciones y desamores tenemos hasta la saciedad.

Lo que más me llamó la atención esta vez al ver de nuevo la película de Gibson, fue el papel de la actriz rumana Maia Murgensten quien encarna a María, la Madre de Jesús.

En Semana Santa, siempre se habla de la muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo; muy pocas veces se comenta el papel que desempeña la Virgen María en todo el drama de la pasión y muerte de Jesús.

Por ejemplo: cuando Jesucristo es clavado en la cruz, hecha por el mismo, la Virgen María, a lo lejos, lo mira y Él le dice: “No temas María, porque has encontrado el favor de Dios”. Otra escena: cuando los romanos se llevan a Jesús. Ella, con el dolor de madre, dice: “ha comenzado, Señor”. Volví a llorar cuando María toma en sus brazos a su hijo. Es sobrecogedora la actuación de la actriz rumana Maia.

¿No deberíamos aprovechar estos momentos de reflexión espiritual que nos brinda la Semana Santa para comprender el papel de la mujer en la sociedad de hoy? La mujer siempre ha estado presente en el mundo católico, mientras que en las demás religiones la mujer no cuenta con una presencia relevante.

Así como Jesús es la piedra angular de la Iglesia Católica, la mujer hace sus veces en la familia. En pleno siglo XXI, debería reconocerse el lugar que le corresponde con su valor, tenacidad, entrega, compromiso, sacrificio y ante todo amor incondicional.

El mundo ideal sería que todas las mujeres siguieran el ejemplo de María, para ser las madres, hijas, esposas, hermanas y amigas que la sociedad y el mundo necesitan en la defensa de la vida y de la familia como base del desarrollo de la sociedad cristiana.

Dios fue sabio al concebir en María el don de la vida.

Puntilla. En medio del libertinaje de la sociedad moderna, me declaro católico, apostólico, romano y conservador, a secas.

*Miembro de la Corporación Pensamiento Siglo XXI