Es tiempo de resúmenes y balances. Los hacen los noticiarios, los periódicos, y los magacines algo más sofisticados. También los comentaristas de cualquier materia, y, cómo no, los analistas políticos (los que se ocupan de la política nacional, y los más osados, que se arriesgan con los asuntos internacionales).
Es época de pronósticos y anticipaciones. En el pintoresco Almanaque de Bristol, las revistas de farándula, y los consultorios de los tarotistas… y en noticiarios, periódicos, y magacines algo más sofisticados). A escudriñar qué traerá consigo el “tigre de agua” -según el horóscopo chino, que se ha vuelto imprescindible—- se dedican, con igual esmero que a los resúmenes y los balances, los comentaristas de cualquier materia, y, cómo no, los analistas políticos. (Tan parecidos en eso, aunque les cueste admitirlo, al pitoniso más improvisado).
Mejor que inventarios y profecías, los unos habitualmente tediosos y las otras casi siempre engañosas, se debiera hacer una lista de recordatorios. De acontecimientos pasados que acaso valga la pena ir recordando a lo largo del próximo año. La historia es maestra de la vida, decían los antiguos (la humanidad, huelga añadir, pésima alumna). Y aunque la historia no se repite, muchas veces rima, sentenció Mark Twain (aunque, casi siempre, con cacofonía). Recordar es vivir, dice la canción (allá los amnésicos y los memoriosos, cada uno con sus patologías).
En 2022 hará un siglo del establecimiento de la Unión Soviética (de cuya liquidación, “la más grande tragedia geopolítica del siglo XX”, según Vladimir Putin, se cumplen justo hoy tres décadas). Habrá que ver cómo lo conmemoran en el Kremlin; qué memorias suscita en quienes conocieron su yugo y cuáles excita entre quienes la reivindican. Pero, sobre todo, cómo resuelve el presidente ruso recordárselo al mundo, empezando por los ucranianos.
Serán 75 años de la formulación de la Doctrina Truman, y de la publicación de Las fuentes de la conducta soviética -el ensayo de George Kennan que sentó las bases de la doctrina de la contención-. Ambas fueron pilares de buena parte de la política exterior estadounidense durante la Guerra Fría. Habrá que ver cómo se releen ambas cosas, el discurso del presidente y el artículo del “señor X”, ahora que frecuentemente se apela a las analogías históricas (incluso abusando de ellas) para tratar de entender lo que está ocurriendo en el mundo.
Los argentinos recordarán la guerra de las Malvinas, librada hace 40 años, y los británicos, la guerra de las Falklands -que son lo mismo, pero distinto, y es mejor no confundirlas-. Y habrá que ver a unos festejar campantes y a otros deplorar (acaso distraídos, como entonces) aquel golpe de Estado que en 1992 no logró sus objetivos, y cuya secuela sufren hoy en Venezuela.
Y el 6 de septiembre se celebrará el quinto centenario del arribo de la nao Victoria a Sanlúcar de Barrameda. De la primera vuelta al mundo, que capitanearon Magallanes y Elcano. De la primera globalización, bien podría decirse, para desengaño de tardíos terraplanistas, y oprobio de occidentales vergonzantes y acomplejados.