Luego de leer la carta de Juan Manuel Santos publicada en El Tiempo, el 18 de junio, la primera palabra para calificarla que viene a mi mente es ‘cinismo absoluto’. Me siento leyendo un relato al estilo de Alicia en el país de las maravillas, donde todo se transforma y se embellece en un mundo totalmente irreal.
Ya, desde el título: “Nuestra lucha contra la corrupción”, se sabe que es un documento promocional, escrito para obtener la aprobación de quien lo lea y así combatir el rotundo desprestigio con que JMS termina su gobierno.
Igual se promociona o infla cualquier producto, desde el papel toilette hasta un producto sofisticado. Todo es perfecto, todo divino, todo aséptico, mucha exageración y mentiras camufladas por rimbombantes palabras.
En el tercer párrafo Santos afirma: “Expedimos la ley antisoborno, clave para investigar hechos de corrupción internacional”, y continua, “En este gobierno hemos logrado aumentar el número de oferentes en cada licitación”. ¿Y esto de qué sirve, si desde antes de que salgan los pliegos las coimas están repartidas y los contratos asegurados? Como sucedió en los contratos de la Ruta del Sol, por mencionar solo uno de tantos sobornos ocurridos, en estos años, por cuenta de la brasileña Odebrecht. Sin olvidar los dineros con que dicha compañía, supuestamente, contribuyó a su campaña presidencial, investigación aún pendiente. (¡A qué logra taparlo!).
Dice la carta: “Ahora los ciudadanos pueden decidir sobre el destino de los recursos públicos con base a sus propias necesidades”. Nada más falso. La tal planeación participativa es un total espejismo. La ciudadanía ha visto, durante sus 8 años de gobierno, malbaratar el dinero obtenido de sus impuestos, inclusive del oneroso 19 por ciento del IVA, en multimillonarios proyectos mal administrados, costosísimas campañas publicitarias, para promover su gobierno y su imagen internacional e innecesarios estudios, como el que contrató el Fiscal Eduardo Montenegro con Natalia Springer, entre otros gastos absurdos, sin control público.
Dice Santos: “a diferencia de cuando recibimos el Gobierno, (hoy) tenemos entidades más sólidas, una ciudadanía más empoderada” y más adelante continúa: “pasamos de un Estado de opacidad a uno de transparencia”. Olvida acaso que él formó parte del gobierno del Expresidente Uribe por varios años, durante los cuales no hizo más que alabarlo, incluso, cuando gracias a los votos del Expresidente logró la Presidencia de la República. Recordemos su discurso de posesión cuando emocionado declaró: “Álvaro Uribe Vélez ha sido el mejor presidente de Colombia”.
Caramba, ¡qué corta memoria tiene JMS! No en vano tanta gente lo tilda de “traidor”. Yo pregunto, ¿por qué no renunció al Ministerio de Defensa si consideraba que el gobierno de Uribe era opaco o corrupto? ¿Acaso se quedó ahí simplemente para aprovecharse del prestigio de Uribe y de su capacidad electora y así, pegado de su estela, llegar a la Presidencia de la Republica?
Quien lea esta carta confirmará hasta qué punto es falsa y absurda, sobre todo en su intención de presentar a su Gobierno como trasparente e impoluto. Este gobierno pasará a la historia como el Gobierno de la “mermelada”, la desinformación y el gasto desmesurado en proyectos fallidos, inclusive el de entregar a Colombia en paz.