Resucitemos | El Nuevo Siglo
Viernes, 7 de Abril de 2023

Aunque muchas veces se nos olvide, la resurrección es asunto nuestro. Hoy es Domingo de Resurrección, esa puerta maravillosa abierta por Jesús el Cristo que estamos llamados a abrir y cruzar.

Todas las grandes tradiciones sagradas de sabiduría, incluida la del cristianismo temprano, nos hablan de la vida después de la muerte no como una espera pasiva o un descanso eterno en el que el alma anhela la acción de la voluntad divina, sino como un proceso consciente del alma que ha dejado atrás al cuerpo físico para encontrarse con el Espíritu.  No es necesario esperar al momento de nuestro deceso, del cual desconocemos cómo, cuándo y dónde ocurrirá, para reflexionar sobre él, sino que podemos aquí y ahora preparar nuestra muerte y -lo más importante- tomar consciencia de nuestra resurrección.

¿Qué significa resucitar? Veámoslo desde la física cuántica: ya sabemos que la materia es luz atrapada gravitacionalmente y que se comporta en ocasiones como onda y en otras como partícula.  Por ende, nosotros somos luz, aunque nos cueste mucho trabajo reconocerlo en esta tercera dimensión, tan densa y enmarañada.  Jesús el Cristo transformó su cuerpo de carne en cuerpo de Luz, con mayúscula.  Nada de esto puede comprenderse desde la caja científica de la modernidad, como tampoco desde una perspectiva religiosa reducida.  Es un asunto tanto de paradigma como de certeza espiritual. 

Yo creo firmemente en que estamos llamados a evolucionar y que esa evolución trasciende la materia. Podemos ir más allá de esta realidad física, que es temporal. También comprendo que se nos dificulte reconocer que existen más dimensiones de las que podemos tocar, medir y verificar. Y también creo que lo que no vemos con los ojos físicos es infinitamente más grande que lo que sí.  Desde estas certezas sé que el tránsito de nuestra muerte puede ser mucho más amoroso en la medida en que hoy, aquí y ahora, dejemos de juzgar, separar, excluir y condenar, algo difícil de hacer mientras no nos abramos realmente a la experiencia del amor.

¡Por supuesto que vibrar en el amor es difícil! A mí me cuesta, mucho, pues sigo cayendo en acciones que pueden negar a otros, hacerles daño, tanto como a mí mismo. Sí, muchas cosas nos separan del amor; a medida que nos demos cuenta de ello y tengamos voluntad va a ser más posible cambiar nuestras actitudes, para lo cual –insisto- necesitamos la guía divina. No podemos solos. Si seguimos con acciones de solidaridad, inclusión y compasión elevaremos nuestra frecuencia: continuaremos por el camino de la expansión de la consciencia, que nos permitirá salir de la densidad material y avanzar hacia la Luz. A esa resurrección estamos llamados. Empecemos -o continuemos- el trabajo ya.

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