RODRIGO POMBO | El Nuevo Siglo
Jueves, 13 de Septiembre de 2012

Bienvenida la paz justa (II)

 

Decíamos que mandatorio es que el finiquito al conflicto armado se selle con una asamblea nacional constituyente pues no de otra manera podía ser desde el punto de vista jurídico ni permisible desde el punto de vista político.

Eso tan claro como evidente no puede desconocerse y bien vale la pena recordarlo porque a diferencia de lo que sostienen algunos, no es cierto que esta sea la última oportunidad que tienen las Farc. Esa frase se ha sostenido en todos los procesos de “paz” y nunca ha sido cierta. Desde que la comunidad se arrodilló a las imposiciones del terrorismo quedamos condenados a entrabar diálogos y negociaciones de paz por el resto de nuestros días.

Pero por aquella confusión que confesé opacaba mi ilusión frente al actual proceso de arreglo directo, me sigo cuestionando cosas. Por ejemplo: ¿podrá llegarse a buen puerto cuando la negociación nació espuria y a espaldas de la comunidad? La gente votó (yo voté en blanco) por la continuidad de Uribe en cabeza del presidente Santos y, ahora, éste habla de diálogo, ¿ello producirá buenos resultados?

Si va a haber amnistía e indulto por cuanto las reformas sustanciales se las dejamos a la constituyente, ¿está se aplicará también a las Bacrim? Bajo el principio constitucional de favorabilidad penal, ¿se les aplicará también a los paramilitares hoy extraditados y/o encarcelados? Por lo mismo, ¿todos ellos podrán participar indistintamente en las elecciones y ocupar cualquier cargo público?

Por su parte y tal y como lo advierten Frank Pearl, Camilo Gómez, Victor G. Ricardo, entre otros, e incluso el mismo presidente Santos, la terminación del conflicto armado no se puede confundir con la paz pues para que ésta exista se requieren condiciones de prosperidad para toda la población y en todo el territorio nacional.

Lo cierto es que, después de 2 años, no ha empezado ningún proceso de reparación de víctimas, tampoco ninguno de restitución de tierras y tampoco se han cumplido siquiera las condenas de justicia y paz.

El desarrollo no se decreta sino que se produce, al igual que la riqueza. Si no hemos podido ejecutar más de 23  billones de pesos de regalías que se encuentran en el Banco de la República ¿qué nos hace pensar que vamos a poder ejecutar los acuerdos de paz?

Si contamos con un sistema judicial colapsado con más del 93% de impunidad ¿qué nos hace pensar que podemos llevar a feliz puerto los ambiciosos acuerdos de paz?

*Presidente de la Corporación Pensamiento Siglo XXI