RODRIGO POMBO CAJIAO | El Nuevo Siglo
Jueves, 22 de Noviembre de 2012

Nos quitaron el sueño

 

Con la decisión de la Corte Internacional de Justicia de La Haya perdió Colombia. En derecho, -y no faltará alguien que así lo advierta-, en justicia, todos los colombianos y colombianas perdimos su cuota parte en miles de kilómetros cuadrados marítimos cercanos al archipiélago de San Andrés y Providencia y Santa Catalina.

Nos dejaron los cayos muy “soberanos” pero muy aislados. Nos dejaron un muy mal sabor porque nos quedamos con un archipiélago desunido y disfuncional, pero nada que hacer, esa es la justicia y de eso se trata el derecho. Perdimos todos, pero especialmente el Gobierno nacional.

Por los errores del pasado el presidente Santos paga los platos rotos. Sin embargo, su alocución fue más perjudicial que el propio fallo. La justicia puede equivocarse pero lo hace bajo la legitimidad de las partes y de la comunidad internacional. El Presidente, en cambio, no puede ser un mal perdedor y menos cuando se trata de desconocer, entre líneas, las decisiones judiciales.

No le queda bien al Primer Mandatario hablar de civilidad y decoro y desconocer, al mismo tiempo, así sea sutil y sagazmente, una decisión del máximo tribunal de justicia internacional. No le queda bien ufanarse de que cuenta con un equipo de gobierno altamente calificado y, paralelamente, repudiar el poder de los fallos jurídicos que en derecho se dictaron de manera unánime por un tribunal internacional al cual Colombia le entregó de marras legitimidad decisoria. No le queda bien como persona, como dirigente político y mucho menos aún como jefe de un Estado caracterizado por respetar el derecho internacional, oponerse tan virulentamente a una sentencia que se profiere dentro del Estado de derecho internacional.

Nunca, y Dios no lo quiera, podrá estar una Constitución política por encima del derecho internacional porque ello sería tanto como entregarles las riendas de la autoridad a los países más ricos y poderosos. Las constituciones en esa materia pueden dar misa y los altas cortes nacionales hacer eco de ella, pero lo cierto es que derecho es lo que dicen los jueces y, en nuestro caso, decidieron quitarnos territorio.

Perdimos y así debemos aceptarlo porque lo demás sería tanto como abrigar las tesis de la barbarie donde predomina el más fuerte y el más salvaje.

A defender el fallo así sea perjudicial e imbécil, pues de eso se trata la civilidad, de respetar, acatar y defender la justicia así ella sea ciega y desconsiderada.

*Presidente de la Corporación Pensamiento Siglo XXI