Sabe y calla | El Nuevo Siglo
Jueves, 23 de Marzo de 2017

El monstruo de la corrupción dio la cara, con llave en mano del Banco Internacional del Soborno. Percibió que el rebusque fraudulento de dinero, mantiene apetito por varios platos financieros.  

La práctica es costumbre hace décadas, en lo cotidiano creó ´roscas´ amigueras, donde reclaman ´serrucho´, en un negocio y, ofrecen trabajar - pa´las que sea-.  En toda transacción comercial, preguntan - ¿Yo cómo voy? -

 Afirmar que - el caso Odebrecht- sea postrer episodio de la vinculación irregular de fondos a proyectos de la clase política, para obtener beneficios a través de contratación pública, es tan increíble, que podría revelar interés de muchos en anestesiar la conciencia nacional.

Todo lo investigado está frente a nuevos capítulos en fermentación. A punta de anuncios estridentes no se combate eficazmente la corrupción. Es necesaria autocrítica ciudadana para identificar factores que han precipitado la disolvente crisis.

Casi cincuenta millones de ciudadanos, ignoramos acontecimientos que se desarrollan a nuestro alrededor. ¿O estamos inmersos también en el festín?    Organismos de vigilancia y control siguen entretenidos en el juego de las competencias para eludir responsabilidades.

Es pálida la intervención de las Cortes frente al ´Carnaval de sobornos´. Lo mismo se advierte de empresa privada, sindicatos, asociaciones de profesionales y algunas ONG´s.

Y la palidez, está en estamentos de seguridad, justicia, y alta academia. Condenan lo deshonesto, como cumplido un social. Parece que dijeran, “eso no es con nosotros”.

¿De dónde vienen los corruptos?  De qué sirve que universidades colombianas estén entre 50 o 100 más destacadas del mundo.  Seguramente en costos, no en calidad humana. 

Los títulos del exterior como Harvard y London son supuestos sellos de calidad para abrirse paso. Algunos llegan con esos grados y se integran a las mismas mañas. La hipocresía es novia del corrupto.  

Los ´torcidos´ han reinado. En el ´estallido bancario´ de los años 80, algunos ´cuellos blancos´ salieron del país con venia judicial, en pesos y dólares.

El periodismo no puede ser ´orquesta´ de los de arriba, y juez de los de abajo. Los medios deben pisar terreno ciudadano, donde está la verdad.

Individualizar cargos es ejercicio recurrente para soslayar responsabilidad colectiva. El desbarajuste moral radica en la conducta inmoral, desordenada y complaciente.

La alarmante criminalidad debe convocar de inmediato y sin excepciones, participación activa y solidaria, con autocuestionamiento.

La ciudadanía sabe quiénes ´ tumban´ pero calla, porque con doble moral, no descarta que le den su tajada. Por eso el coro callejero canta, “Aquí no pasa nada”.