SAMUEL HOYOS MEJÍA | El Nuevo Siglo
Sábado, 24 de Noviembre de 2012

SAMUEL HOYOS MEJÍA

Las mayorías discriminadas

La reciente y desafortunada intervención del senador Roberto Gerlein Echeverría, respecto de las relaciones homosexuales, ha desatado el rechazo de algunos sectores, especialmente el de la comunidad LGTBI, sigla que ya no sé qué significa porque cada día le agregan una nueva letra para no discriminar. Pero más allá de lo dicho por el legislador, esta situación evidencia la necesidad de dar un debate de fondo acerca de la libertad de expresión y de los derechos de las mayorías y las minorías.

Personalmente no comparto la posición de Gerlein, me parece que, aunque su opinión es respetable y representa la de muchos colombianos -y cuando hablo de colombianos también me refiero a las mujeres-, sus palabras resultan ofensivas para algunos y le restan altura al debate.

Saltaron los medios, los congresistas, el Gobierno, ONG, todo el mundo escandalizado e indignado, pidiendo sanciones penales y disciplinarias contra el senador, alegando que violó la Ley 1482 de antidiscriminación y argumentando que sus palabras incitan a la violencia. Tal vez en parte tengan razón, aunque creo que exageran, pero así como “cada quien puede hacer de su capa un sayo”, el parlamentario también tiene la obligación y el derecho de expresar sus opiniones y manifestar su voz de rechazo de acuerdo con sus creencias.

Lo que me parece grave es que en este país sólo es censurable aquello que se dice o hace en contra de las minorías. Cuando la revista Soho publicó unas fotos con una mujer desnuda parodiando la Última Cena y los católicos protestaron, dijeron que se intentaba censurar la libertad de expresión; cuando la Iglesia Católica manifiesta sus posiciones, por ejemplo, en contra del aborto, la mandan a callar alegando que éste es un Estado laico y que por ende no puede opinar; cuando el Procurador profesa su religión se le descalifica y buscan deslegitimarlo.

Pero cuando la Alcaldía de Bogotá reparte las cartillas “Retomemos” de educación sexual donde, de manera didáctica, enseña a los niños -también me refiero a las niñas- a masturbarse y les ofrece las opciones que tienen para ser “gays, lesbianas, transexuales, bisexuales, chico o chica trans”, son progresistas, incluyentes, pluralistas y tolerantes.

Me parece que no se está midiendo con el mismo rasero, si bien las minorías deben ser respetadas y sus derechos garantizados, no se puede llegar al extremo de que las mayorías, por ser mayorías ya no puedan opinar: todo lo contrario, somos más. Ser católico, heterosexual y de derecha en la Colombia de hoy, no puede ser una razón para discriminar, pero tampoco un motivo de discriminación.

 

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El problema de la política exterior colombiana es que no existe. Diplomacia no significa decir siempre que sí, saber coger bien los cubiertos y darles puesto a los amigos.

@shoyos

*Profesor Universidad Sergio Arboleda y U.D.C.A.