Se nos acabó el 2023. ¿Qué lecciones deja?
Una primera conclusión es que al gobierno Petro -éste fue su primer año completo de gestión- se le fue en peleas más que en gestión. Los primeros cien días de todo gobierno -y por extensión su primer año- son los más fructíferos. Las grandes reformas, las principales transformaciones, el momento estelar para llevar a la práctica lo que se piensa y para lo que fue elegido, se logran siempre en los primeros meses de gobierno. A Gustavo Petro este primer año se le fue en blanco.
Puede haber muchas explicaciones. A mi la que me parecer más convincente es que este primer tramo del gobierno se le fue en disputas -la mayoría de ellas estériles- más que en gobernar, o sea en ejecutar. El espíritu belicoso primó sobre el ejecutor con inmenso desperdicio. Se peleó con todo el mundo hasta con su propia sombra, y allí quedaron atrapadas las energías de su primer año de gobierno. Su estrepitosa caída en las encuestas es un veredicto inapelable.
Nadie entendió, por ejemplo, por cual razón dinamito él mismo la coalición con la comenzó a gobernar. Desde entonces ha sido un esfuerzo estéril el que hemos presenciado para sacar con fórceps y mermelada unas reformas en la cámara de representantes, la mayoría de las cuales van a caerse -no es aventurado vaticinarlo- o bien en el senado o bien en la Corte Constitucional.
En el plano internacional se salva el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Venezuela. Nunca debieron haberse dejado caer el punto al que llegaron y es plausible que el gobierno Petro las haya reestablecido. De ahora en adelante hay que construir mil facetas de estas relaciones que no por haberse reabierto los canales diplomáticos van a florecer por generación espontánea.
En lo económico, lo más importante con lo que a mi modo de ver cierra este año es la política valerosa de haber adelantado una política para sincerar el precio de los combustibles que estaba devorando -y aún continúa haciéndolo- el fondo de estabilización del precio de los combustibles.
Falta naturalmente el hueso más duro de roer: el ajuste del precio del diésel ya habiendo concluido prácticamente el ciclo de la gasolina. Ojalá el gobierno no se vaya a asustar con el cuero del tigre que él mismo enfrentó con gran coraje hasta el momento.
Este primer año de la administración Petro se fue también en blanco en relaciones con el sector privado que terminan gravemente agrietadas. Un tono anti-sector privado no dejó de acompañarlo a lo largo del 2023. Y todo esto para nada. Fuera de dejar un sinsabor carente de visión de país.
El discurso de Petro durante el primer año dio la impresión que él genuinamente cree que el famélico sector público puede hacerlo todo en este país, y que no requiere para nada del sector privado al que maltrató siempre que le fue posible.
Ha sido un error de apreciación monumental que aún estaría a tiempo de rectificar si tiene un poco de realismo. La economía colombiana es 80% privada y 20% pública. Es absolutamente imposible que se pueda prescindir del primero para que el segundo asuma el inmenso fardo de jalonar la economía.
El 2023 cierra con una economía en caída franca. Los datos del tercer trimestre del año y los recientemente divulgados por el Dane para octubre dan cuenta que estamos muy cerca de completar lo que se considera como una recesión técnica: dos trimestres consecutivos con signos negativos de crecimiento del PIB.
Pero aún si no llegamos allá, bien haría el gobierno en reconocer esta realidad y responder con un plan sólido y creíble de choque para recuperar el comportamiento económico. Todavía sería tiempo de hacerlo. Y ojalá con menos pugnacidad para recuperar la resquebrajada confianza de los agentes económicos.
El año cierra con buenos propósitos, pero con malos resultados en materia de paz y de seguridad. Los indicadores son desoladores. La improvisación como se organizó la “paz total” está pasando factura. Ojalá el gobierno escuche a la corte constitucional y haga primar en el 2024 la sindéresis sobe la improvisación en todo lo atinente a los diálogos de paz que adelanta a tantas bandas a la vez.
En resumen: si aplicamos una calificación escolástica no es exagerado decir que el gobierno Petro perdió el primer año. Pero a veces los repitentes resultan ser buenos y aplicados estudiantes. No hay que perder la fe.