Sin armonía | El Nuevo Siglo
Viernes, 20 de Diciembre de 2024

La norma constitucional que establece la colaboración armónica entre los diferentes poderes públicos no quiere decir que siempre tienen que estar de acuerdo. La armonía se refiere tanto a los desacuerdos como a los acuerdos. Lo que busca es el buen trato entre los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

El año de 2024 nos ofrece ejemplos al respecto. Hubo armonía expresada en un acuerdo casi unánime en lo referente a la reforma constitucional del Sistema de Participación Presupuestal que favorecía enormemente a las regiones y a los municipios y, por lo tanto, a los miembros de ambas cámaras que tienen sus raíces de apoyo político precisamente en estas secciones de Colombia.

Entonces, no valieron las opiniones de los exministros y exviceministros, de los centros de pensamiento y de muchos técnicos que consideraron que semejante decisión afectaría la macroeconomía del país, su estabilidad fiscal y hasta la misma gobernabilidad democrática. Aquí hubo un desacuerdo enorme entre la sociedad civil y el Congreso, pero si hubo una armonía entre el Ejecutivo y el Legislativo.

Pocos días después se produjo un desacuerdo entre estos dos poderes en lo referente a una reforma tributaria, que llevaba el nombre de Ley de Financiamiento. En esta ocasión era mayor el acuerdo entre la sociedad civil y el Congreso y muy grande el desacuerdo con el poder Ejecutivo. La presentación de la reforma política, que no fue objeto de mayor debate en la sociedad civil, dio lugar a desencuentros durante los debates y luego culminó en el hundimiento.

Había estado precedida de un gran acuerdo y de un gran desacuerdo, pero en el intermedio hubo algo que sí va en contravía del mandato constitucional que invita a la armonía, y fue la durísima reacción del presidente cuándo fracasó esa Ley, porque llegó hasta maldecir a los parlamentarios, por lo menos, a los más de 90 miembros que integraban las comisiones económicas de ambas cámaras.

Inusitado. Inesperado. Inadmisible. No recuerdo una actitud similar de ningún jefe del Ejecutivo en ninguna parte del mundo. Y romper relaciones públicamente con esos miembros del Congreso, más de 90, aunque no todos votaron negativamente, es realmente la renuncia a una colaboración armónica, que como digo no implica siempre que los congresistas tienen que estar de acuerdo con el Ejecutivo. Es el caso típico de un desacuerdo que no debe dar lugar a un mal trato y mucho menos a una maldición.

Las expectativas frente a una reforma política que ya había perdido alguno de sus aspectos más llamativos y diría que más apropiados para las circunstancias políticas colombianas, no eran desde mi perspectiva muy altas. Veníamos de la mayor expresión de desarmonía entre el Ejecutivo y el Legislativo.

Y la convocatoria de una sesión extra de tres días en plenas festividades navideñas no contó con el necesario asentimiento del poder Legislativo en una materia de alta sensibilidad popular y que había estado precedida no sólo de las críticas al manejo del sistema de salud, sino de una manifestación muy simbólica del personal de la salud nada menos que en el Cementerio Central de Bogotá para mostrar cómo antes que preservar la salud estábamos pasando a acariciar la muerte.

Las relaciones Ejecutivo - Legislativo no están bien en Francia, Alemania, España ni en Perú, pero hay armonía, respeto mutuo. Vivimos tiempos muy difíciles y entre nosotros se hace evidente la desarmonía entre el poder Ejecutivo y el poder Judicial...