Sin exagerar | El Nuevo Siglo
Jueves, 1 de Diciembre de 2016

La reacción ciudadana frente a la Reforma Tributaria  no se ha opacado. Persiste temor a una eventual alza desaforada en impuestos, tanto en precios de materia prima, como en productos terminados para consumo. Dispararía costo de vida.

La inquietud se percibe en actividad laboral del común, sin dejar de lado en igual sentido, los movimientos de capital, abocados a más gravámenes, por rendimiento de acciones, inversiones, ahorros y salarios, además de tributos de Ley vigentes, en industria, finanzas y comercio.

El reflejo de la Reforma se centra para el Gobierno en reducir déficit fiscal, punto central de realidad económica del país, y en asegurar el presupuesto de 2.017, donde se podrá saber cuánto hay, cuánto se recibirá por impuestos y qué valores se destinarán para atender compromiso financiero de posconflicto.    

Sin embargo, pasa inadvertida la necesidad de replantear recorte en el gasto. ¿Será que el país requiere 63 contralorías territoriales y decenas de oficinas del Registro Civil, varias de ellas, con dudoso comportamiento ante la justicia?                                                        

En contraste, frente al gasto público, se piensa con absoluta certeza, que la fuerza laboral no quiere ni imaginar el reajuste salarial para el nuevo año.

La Comisión de Nacional de Salarios entrará a debate, mirando a su lado, el desarrollo del Congreso sobre Reforma Tributaria. Todo hacerlo al tiempo, expone la economía nacional a convertirla en tupida madeja de normas y confusiones, por razón del retardo.   

Frente a lo previsto por el Gobierno, centrales de trabajadores y analistas expertos, que integran la Comisión, encontrarán que este año la mesa estará más coja que nunca, a la hora de acordar el reajuste salarial.

El objetivo tributario con la Reforma está dirigido a reducir déficit fiscal y frenar crecimiento de deuda externa, de US$ 117 mil millones. A la vez se pretende lograr, a final de 2.017, la captación de $ 7 billones, para compromisos de inversión estatal y pagos en contratación de obras.

Las condiciones plantean la necesidad de implementar una estrategia bien pulida y con cautela, para decidir los ajustes tributarios.

Salta a la vista la responsabilidad que tiene el Congreso de la República, al acordar el traje de la Reforma Tributaria, sin golpear bolsillos de todos los estratos.

El país está pendiente conocer a cuánto ascienden los recursos recibidos del exterior para el Fondo de Paz y Posconflicto, suma que no debe mezclarse con gasto público desbordado.

Son razones para esperar que la retardada Reforma Tributaria no sea exagerada, costosa y a pupitrazo.

juanalcas@yahoo.com