S. Juan Pablo II, en su “T.M.A.” Invitaba a “no perder el recuerdo de quienes han sufrido el martirio”. Así estimulado, el Pbro. Manuel J. Agudelo recogió importantes datos en el bien documentado libro: “Seré testigo”, sobre el edificante Obispo Mons. Jesús Emilio Jaramillo Monsalve, asesinado por la guerrilla de ELN.
Fue su nacimiento en Santo. Domingo (Ant.), el 14-02-1916, y murió a manos criminales, después de ejemplar vida de religioso javeriano, siendo Obispo de Arauca, la noche del 02-10-89, a su regreso hacia la capital desde Fortul, en donde había celebrado Visita Pastoral. De parte de la mencionada organización guerrillera, seis meses antes, había sido condenado a muerte. Previamente hicieron campañas de difamación calumniosa para menguar el buen nombre por su gran obra apostólica y destacado liderazgo. Le mereció esta condena su firme denuncia de diversos crímenes, entre ellos el asesinato del Sacerdote Raúl Cuazo (21-10-85), y su desacuerdo con la ideología marxista materialista reiteradamente pregonada de esa organización.
Los “mártires” no se improvisan, y el sentido de esa palabra que significa “testigo”, se fue escribiendo con el vivir ejemplar de una persona de entrega plena a un ideal, como Mons. Jaramillo. Fue fruto del hogar patriarcal, pronto sintió el llamado a la vocación sacerdotal y misionera, encontrando su camino en el naciente Instituto de Misiones Extranjeras de Yarumal, acogido por su eximio Fundador, Mons. Miguel Ángel Builles, y por el luego Cardenal, Rector del Seminario, Aníbal Muñoz Duque. Allí se forma solidamente en su fe y piedad, y adelanta, luego, estudios de especialización teológica. Ocupo diversos cargos hasta Superior General de 1959 a 1966.
Separado de la dirección de su Comunidad, prestó, con modestia pero con gran eficiencia, otros servicios en ella y a la Conferencia Episcopal de Colombia, en la formación de laicado, hasta que fue designado Obispo, de Vicariato Apostólico de Arauca, elevado de Prefectura a esa categoría (11-11-70). En su alocución el día de posesión expresó que como Obispo no podía ser indiferente a la suerte terrena de su feligresía, pero que no iba como líder político o social, sino, como los primeros Apóstoles, con la sola riqueza del nombre de Jesús.
El 19 de julio de 1984, ante el avance pastoral de la región, la Santa Sede elevó a Arauca a Diócesis, ratificando a Mons. Jaramillo como Obispo residencial. Amplia y fecunda siguió siendo su labor como Pastor diocesano. En diversos aspectos quedó la huella de su entrega apostólica, la cual quedo reseñada en informe que tenía preparado en 1989 para llevar al Papa en Visita Ad Limina, que no realizó por haberse consumado su sacrificio poco antes de la fecha señalada. Completo análisis de la región dejó descrita el solicitó Pastor. Hay presentación de la bien diseñada estructura administrativa y pastoral de la Diócesis, así como la incidencia de la violencia en esa labor pastoral, con análisis de sus causas, los grupos impulsadores de ella, las graves consecuencias para todo el territorio diocesano y nacional.
Brevemente presentaba, en ese informe, la gran labor educativa y social, de quien sirvió con amor a su rebaño, como buen pastor, que solo tenía el “pecado” de no compartir ideologías materialistas sino estar al servicio del Evangelio, que es adelantar vida y acción pastoral como Jesús, quien fue crucificado por “pasar por el mundo haciendo el bien” (Hech. 10,38), sentenciado a muerte por ser fiel a la verdad que nos trajo de su Padre. Murió como Jesús pidiendo perdón, repetidas veces, por aquellos que lo injuriaban y sabia planeaban su muerte.
Este es el nuevo Beato por Decreto Pontificio (07-07-17), al tiempo que el P. Pedro María Ramírez asesinado en Armero el 10-04-48 por turbas incitadas por el comunismo ateo.
*Obispo Emérito de Garzón
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