Tus cicatrices, tu poder | El Nuevo Siglo
Viernes, 24 de Enero de 2025

¿Te has detenido alguna vez a observar tus cicatrices o pasas por ellas sin verlas? No solo mirarlas, sino reconocerlas como parte fundamental de tu vida. Cada marca, ya sea en tu piel o en tu alma, encierra un relato único de superación. Son los recuerdos visibles e invisibles de que la vida te ha herido; y, también, de que has sanado.

Las cicatrices físicas son evidentes: las que quedaron de caídas mientras aprendías a montar en bicicleta, de juegos que terminaban en raspones o de cirugías que te salvaron la vida. Yo llevo de las tres.  Otras huellas son resultado de accidentes; unas más, de decisiones conscientes. Cada una tiene su historia, un instante imborrable, que puede ser resignificado.

Las cicatrices emocionales son más profundas, más difíciles de aceptar. Tal vez tienes marcas del duelo por alguien que partió, del vacío que dejó un amigo que se fue o de una relación que terminó entre miedo, dolor y enojo. Quizás cargas heridas invisibles de un pasado lleno de culpas o de errores que no te perdonas. Yo también las tengo. ¿Quién puede decir que ha transitado la vida sin esas marcas internas?

Aquí está la clave: tus cicatrices, antes que señales de pérdida, son evidencia de que fuiste capaz de sanar. Que, aunque hubo dolor, tu cuerpo, te adaptaste y seguiste adelante, seguramente con algunos retrocesos, porque la vida no es lineal. Esa es la resiliencia que has desarrollado y que te mantiene en pie. Cada una de esas marcas cuenta una historia de fortaleza, de capacidad para reconstruirte incluso en los momentos más oscuros. De re-existencia.

En contraste, vivimos en un mundo que glorifica lo perfecto, donde se nos invita constantemente a ocultar nuestras cicatrices. Nos dicen que tapemos las marcas físicas con maquillaje o ropa, y que disimulemos las emocionales con una sonrisa bien ensayada y excesos de positivismo. ¿Y si en lugar de esconderlas las miráramos con valentía? ¿Si las reconoces como el mapa de tu vida, un recordatorio de que eres resiliente, que tienes poder?

Nuestras cicatrices no son algo que debamos ocultar ni por lo cual sentir vergüenza. Son prueba de la evolución, de nuestra capacidad para transformar el caos en orden, de aprender las lecciones de la adversidad y replantear nuestro camino.

Hoy te invito a mirar tus cicatrices con otros ojos, a tocarlas, a honrarlas. Porque al aceptar tus cicatrices, te reconoces en tu totalidad, te integras y descubres que la sanación es posible. No importa cuán profunda sea la herida, siempre hay esperanza de sanar, de reinventarte, de amar todas tus partes, incluidas las que cuentan historias de dolor.

Tus cicatrices son testigos de tu poder. Ámalas. Ámate.

@eduardvarmont