El extraño comunicado del ministerio de Hacienda (cuyo fundamento técnico fue inmediatamente rebatido con buenas razones por entidades como Fedesarrollo), atribuyéndole responsabilidad a las empresas en la inflación por registrar utilidades, debe complementarse con algunos comentarios adicionales a los de carácter estrictamente técnicos ya formulados.
Que las empresas registren utilidades no es malo, lo que es malo es que no haya suficiente competencia en la economía; competencia que el gobierno tiene la responsabilidad de fomentar o de exigir si falta. Para eso están las leyes antimonopolio y las superintendencias.
Sin utilidades empresariales es imposible recuperar la inversión del PIB que está desplomada.
El acento del comunicado del ministerio de Hacienda muestra un tono subliminal bronco contra las empresas privadas como si dar utilidades fuera algo vituperable. Continúa -con un velo seudo técnico -el discurso anti empresa privada que ha caracterizado al gobierno Petro.
Para un lector desprevenido este extrañísimo comunicado del ministerio de Hacienda (pues este Ministerio no acostumbra expresarse con este tipo de comunicados) queda la impresión que se quisiera preparar el terreno conceptual. Para un nefasto control administrativo de las utilidades empresariales. Los controles de precios nunca han funcionado. Ni en Colombia ni en ninguna parte del Mundo.
Las causas de la inflación no sólo en Colombia sino en el resto del mundo están bien estudiadas. Obedecen tanto a razones de oferta (alza de los combustibles a raíz de las guerras, trastornos en el sistema de suministros internacionales, elevación del precio de los cereales, fundamentalmente a raíz de la guerra de Ucrania) y de demanda (políticas monetarias expansivas que se implementaron en todas las latitudes para contrarrestar la pandemia y la respuesta masiva de los hogares como consumidores una vez terminaron los confinamientos de la pandemia). Pero deducir ahora que el brote inflacionario mundial se debe a un abuso de posiciones dominantes en las empresas que producen bienes y servicios no pasa de ser una peligrosa generalización que lleva a lecturas equivocadas.
La inconsistencia de este gobierno es además pasmosa: De un lado culpa a las utilidades empresariales como responsables de la inflación, pero de otro lado, en la propuesta de nueva reforma tributaria que está ambientando, ¡¡¡propone bajar los impuestos sobre las utilidades empresariales!!! No puede ser mayor la contradicción.
Este extraño comunicado hace parte de la saga de mensajes gubernamentales que tienen en el fondo un propósito político uniforme: descalificar la empresa privada. Esto se está volviendo una constante en el discurso del gobierno Petro.
Las ganancias empresariales representan aproximadamente un tercio del PIB colombiano. Las otras dos terceras partes las conforman la masa salarial y los ingresos mixtos. Las utilidades muestran un leve descenso en los últimos 7 años.
Con posterioridad a la pandemia pudieron tener un leve repunte derivado principalmente del hecho de que los hogares salieron a gastar en consumos que habían estado refrenados durante los tiempos de la crisis sanitaria. Pero eso no quiere decir de ninguna manera que se esté dando una desproporción entre los ingresos percibidos bajo la forma salarial, las utilidades de las empresas y las otras formas de ingreso que perciben quienes no están formalmente agrupados como asalariado.
El mensaje subliminal del comunicado del Ministerio de Hacienda, además de ser técnicamente inexacto es peligroso: atiza la pugnacidad social y demerita algo que en una economía de mercado es fundamental. Que las empresas obtengan utilidades.
El discurso económico del gobierno se torna cada vez más confuso, improvisado y hasta irresponsable, como ilustra el intempestivo comunicado del Ministerio de Hacienda que hemos comentado en esta nota.