Un querido colega me hizo llegar un trabajo publicado el 7 de enero, su autor es Stewart Patrick, en el cual se hace una descripción muy completa de cómo ha sido el comportamiento histórico de la política exterior de los Estados Unidos que, de alguna manera, se constituye en un antecedente de las recientes y reiteradas propuestas del presidente electo Trump para responder a los desafíos de seguridad que presume tiene actualmente Estados Unidos.
Sus propuestas sobre el canal de Panamá, Groenlandia, Canadá y la más reciente sobre el cambio del nombre del golfo de México a golfo de América han dado lugar a respuestas indignadas o a comentarios cómicos o amables. De todo en la viña del señor. Para el autor estas propuestas tienen raíces profundas en la historia de las relaciones internacionales de los Estados Unidos. El autor cree que hay una especie de resurrección de la doctrina formulada por el presidente Monroe en 1823. Preservar la intervención de poderes extraños al hemisferio, dice, podría ser contraproducente y afectar el orden global
Ese estudio recuerda la intervención del presidente Polk que llevó a la anexión de Texas en 1845 o la doctrina que defendía una guerra con México que permitió incorporar California y el sur occidente americano a la soberanía de los Estados Unidos y, en 1867, la del presidente Johnson que llevó a la compra de Alaska.
También se refiere a las intervenciones del presidente Cleveland y al resultado de la guerra hispanoamericana en lo relativo a Puerto Rico y Cuba. Y a lo ocurrido en el Caribe, Panamá y Haití. Inclusive se refiere a la actitud del presidente Wilson que no obstante su actitud internacionalista y su propuesta idealista de la Sociedad de Naciones se vinculaba a la doctrina Monroe
Recuerda el cambio de actitud que trajo el presidente Franklin Delano Roosevelt con su política del buen vecino. Actitud que se esfumó durante la Guerra Fría cuando Washington resolvió que "el hemisferio estuviera cerrado en un mundo abierto "y por ello intervino activamente contra gobiernos de izquierda en Guatemala, República Dominicana, Chile, El Salvador, Nicaragua y Granada.
El autor cita los esfuerzos de los presidentes Andrew Johnson y Harry Truman quienes también intentaron adquirir Groenlandia, pero considera peligroso que los planteamientos de Trump se miren como basados en alguna gran estrategia. Cree que la actitud antiglobalista y antimultilateralista no lo hace un partidario del aislacionismo. Qué más bien prefiere un hemisferio en el cual no haya inestabilidad ni injerencia de sus principales competidores, principalmente China. Revivir la idea de las esferas de influencia que en la concepción de Roosevelt era una noción incompatible con los principios básicos de la colaboración internacional.
Es urgente un buen entendimiento de lo que está ocurriendo en el mundo frente al cual América Latina no está jugando el papel que le corresponde. Es la hora de convertir los organismos multilaterales en los foros legítimos para debatir y clarificar los nuevos rumbos que se anticipan. Por ello la dirección de organismos como la ONU y la OEA requieren de un proceso muy responsable en los próximos procesos electorales. Nuestra Cancillería debe fortalecerse.